No se comprende que una rebelión ocurrida hace 500 años con focos tan dispersos y dispares en la Península, cuya base era únicamente económica y comercial, sea el origen de la fiesta de una sociedad encarcelada en una comunidad "forzada y artificial" como es Castilla y León.
Esta “gran falsificación y adulteración” de la Historia, forma parte de la irracional configuración territorial en la que se incluyen un conglomerado de provincias con apenas fundamentos comunes y claramente auspiciada por un conjunto de intereses, únicamente políticos, con el único propósito de conseguir miles de puestos de protagonismo y poder (véase económico), consiguiendo así una unidad artificiosa y sin sentido, lo mismo que su absurda conmemoración.
Esta “gran falsificación y adulteración” de la Historia, forma parte de la irracional configuración territorial en la que se incluyen un conglomerado de provincias con apenas fundamentos comunes y claramente auspiciada por un conjunto de intereses, únicamente políticos, con el único propósito de conseguir miles de puestos de protagonismo y poder (véase económico), consiguiendo así una unidad artificiosa y sin sentido, lo mismo que su absurda conmemoración.
La ausencia de Carlos I y la regencia de Adriano de Utrech, implicará un rechazo en varias de las villas y ciudades con voto en Cortes. Será la ciudad de Toledo la que convocará unas cortes paralelas con el fin de oponerse directamente al nombramiento del regente. Al corresponder solamente al rey la decisión de convocatoria, la reunión de Toledo fue un acto claro de rebeldía contra el poder real.
Aunque solo acuden la mitad de las ciudades a las Cortes toledanas, en principio se consiguen beneficios fiscales (como debe ser) para la clase acomodada aprovechando la debilidad del regente que no quiere enfrentamientos armados. Pero la continua presión de la industria y comercio lanero, con enorme influencia, se hace cada vez más fuerte consiguiendo dividir a las ciudades entre las que pretenden ser proteccionistas y las que prefieren una apertura en el comercio de la lana. Al final, en 1521 la rebelión fue aplastada por las tropas del monarca y los líderes ejecutados: ¡Vaya revuelta social!
Está claro que la insurrección del s. XVI tenía como fin aumentar el poder económico y fiscal de los poderosos, pero en el siglo XIX las "revisiones" históricas que se producen en España y en toda Europa, producen cambios en la interpretación de los sucesos. En el caso de España se exaltó la cultura castellana, viendo en la derrota de Villalar la primera revolución ¿izquierdista española?, y un intento de acabar con los privilegios de la clase dirigente y poderosa. Nada más lejos de la realidad.
Esta falsa e inapropiada exaltación de una ficticia revolución castellano-española, que se celebró erráticamente como fiesta de “izquierdas”, dio lugar a que el color morado de la bandera de Castilla trascendiera a nivel nacional y que pasara a representar el “color del pueblo”, y así, con el tiempo, formar parte de la bandera de la II República: la ignorancia al poder!!!
Villalar y su celebración forma parte de una aberración histórica, que tiene su origen en una sublevación oportunista con el fin de conseguir más privilegios sociales y económicos para los terratenientes, nobles y poderosos, convirtiéndose, gracias a la incultura, inopia e ineptitud, en una conmemoración izquierdista y proletaria y, desde hace 30 años, en la exaltación y fiesta de una Comunidad Autónoma artificial, ajena y distante, donde unos iluminados y una ciudad en concreto, copan el protagonismo y tratan de anular cultural y económicamente al resto.
Inexplicablemente ni derechas ni izquierdas ni centristas, ni tampoco periodistas, obligados a informar y desenmascarar las necedades, privilegios e inmoralidades de nuestros representantes, explican esta situación a los asistentes que, con música, cánticos y banderitas, acuden a esta "gran mentira". Admirable borregada.
- Padilla, Bravo y Maldonado. Ilustración Página Paredes de Nava.
- Carteles pro-Villalar. Protagonista: Castilla.
- Adriano de Utrech, recibe representante de las Germanías. Anónimo.
- Sr. Herrera con "pañuelito" castellano-republicano.