A finales del s. V el papa Gelasio I instituyó el 14 de febrero la evocación del martirio de Valentín ocurrida en el año 270. Según la leyenda, Valentín fue un sacerdote cristiano, anteriormente médico, que se opuso a ley que prohibía a los soldados casarse. El sacerdote desafió al emperador Claudio II celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. En consecuencia, el emperador ordenó encarcelar y degollar a Valentín, ya que consideraba que los soldados solteros eran muchos más aguerridos en batalla que los casados.
Valentín fue martirizado y ejecutado el 14 de febrero del 270. Sobre su tumba Julia, la hija de un oficial romano al que Valentía había devuelto la vista, plantó un almendro de flores rosadas. Desde entonces el almendro es símbolo de amor y amistad duraderos. La festividad religiosa de San Valentín se celebró hasta el año 1969, año en el que Pablo VI decidió eliminarla siguiendo los acuerdos del Concilio Vaticano II, que ordenaba la búsqueda de existencia y detalles reales en la vida de los santos a los que la Iglesia dedicaba un día del santoral.
Curiosamente, los restos de San Valentín se encuentran en el madrileño y conocidísimo barrio de Chueca, en la Iglesia de San Antón, y gozan de una historia bastante curiosa y muy, muy actual.
Las reliquias de San Valentín, como muchas otras, aun se encontraban depositadas en el s. XVIII en las catacumbas de Roma. El Papa Pio VII repartió algunas de ellas, regalando a Carlos IV las pertenecientes a San Pantaleón y San Valentín. Mucho más tarde los borbones donan las reliquias a los escolapios, que las depositan en la cripta de las Escuelas Pías de San Antón, en la calle Hortaleza, 63, donde prácticamente permanecen ocultas hasta los años 1980, siendo recuperadas por el párroco del templo en 1990 y expuestas en una de las capillas laterales del templo.
Durante años solo podían visitarse los días en que se celebraba la festividad de San Antón, concretamente el 15, 16 y 17 de enero, pero ya desde hace años, las reliquias de San Valentín pueden visitarse todos los días del año y las 24 horas del día, desde que la Fundación Mensajeros de la Paz asumiera la dirección del templo.
Actualmente, los supuestos restos del santo: la calavera, dos fémures y varios huesos, que descansan dentro de una urna de vidrio de estilo rococó, tienen una nueva ubicación en la misma Iglesia pero en otra de las capillas laterales, donde se encuentra la copia del cuadro de Goya: “La última comunión de San José de Calasanz”, en sustitución del original.
Allí, protegidas por una reja, bajo una gran corona y custodiada por dos angelotes con sendas hojas de palma, descansa el “santo de los enamorados”.
Como curiosidad, también existen reliquias del santo en Toro y Calatayud (por si te quedan estas ciudades más cerca). Y si viajas fuera de España, en Italia e Irlanda también encontrarás “restos” del santo. Pero quedémonos con las de San Antón en Chueca.
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