domingo, 19 de noviembre de 2017

El potaje del himno catalán

Ein K'Eloheinu - No hay como nuestro Dios - Eyal Bitton

Hemos visto y soportado la reiterada ejecución con solemnidad extrema del “himno catalán”. Cuando se interpreta, da la sensación de ser un cántico milenario, de tradición ancestral, de música y letra inspirada en la comunión milenaria de una sociedad.

Pero como su historia, su lengua, su arquitectura, su música, etc., este canto nacionalista ALIENTA UNA NUEVA Y REITERADA MENTIRA. Esa canción a la que recurren con frecuencia para demostrar su unión, su supremacía, su prepotencia y la imagen de un sentir patrimonial de super-sociedad es, como no podía ser menos, un auténtico refrito.

A finales del siglo XIX Cataluña, por supuesto, no tenía un cantito con el que identificarse. Francisco Alió, un compositor barcelonés inmerso en el movimiento que iniciaba la invención de una nación, se propuso crear una “canción nacional”. En 1896 compone “Los Segadores”, que en su primera estrofa decía: “Cataluña, gran condado …” (“Catalunya, comtat gran …”), que como vemos no tiene nada que ver con la actual letra.

Para componer aquella canción el señor Alió se basó en un texto anónimo que relataba los hechos de 1640 (El Corpus de sangre), al que añadió una melodía popular de carácter erótico titulada “Los tres segadores” (Els tres garberets). A la letra le agregó el conocido y sangriento estribillo: “Bon cop de falç..." (Buen golpe de hoz…), que no estaba en el texto original. Resultado: una mezcolanza y revoltillo de temas e innovaciones.


Señalar que aquella revuelta conocida como “de los segadores”, no tuvo nada que ver con ninguna aspiración soberanista (NUEVA MENTIRA), sino todo lo contrario. Se trató de una revuelta popular que pretendía conseguir la libertad, mantener las tradiciones, la religiosidad y el compromiso con España y con su rey, en contra de la clase poderosa.

Pero volvamos al cantito. Un poeta anarquista llamado Emilio Guanyavents, completó el embrollo pocos años después. Cambió en parte la letra de la canción, que ahora comenzará como: “Cataluña triunfante…” (“Catalunya, triomfant…”), en vez de “Cataluña, gran condado …”. El texto fue el ganador de un concurso convocado en 1899 por la Unión Catalanista, para premiar “la mejor composición en verso que, simbolizando en valientes estrofas las aspiraciones nacionalistas de Cataluña, se adapte bien a la melodía popular conocida con el nombre de Los Segadores”, transmitiendo “los deseos que siente Cataluña de reconquistar su personalidad perdida y que con su esfuerzo la libren del yugo que hoy sufre” (como vemos la paranoia viene de lejos. Es la personalización del “gen escondido” que según ellos les diferencia como raza superior -ver foto-).


Esta es la historia de esta canción que se interpreta con gran solemnidad, como si fuera el canto patrimonial y ancestral de la sociedad catalana. Pero solo es un cóctel, un popurri, un amasijo de música y letra, basado en una letrilla multitrasformada y en una melodía erótico-popular.

Pero hay más. Durante buena parte del siglo pasado, Los Segadores no fue aceptado plenamente como himno por el catalanismo y se buscaron otras alternativas, como el “Canto de la señera”, “Canto del pueblo” o la conocida sardana “La Santa Espina”. Durante la transición se recuperó la cancioncita y, con el restablecimiento de la Generalidad, “Los Segadores” se convirtió en himno autonómico, oficializándose en 1993. En 2006 se definió como símbolo nacional ¿?.

Curiosamente en el año 2013 se señaló que la melodía del himno podría haber sido copiada (nada de extrañar) de un himno religioso judío llamado Ein K´Eloheinu ("No hay nadie como nuestro Dios") que data del siglo XV y se canta al final del shacharit (oración matinal judía), que a veces se entona al final del shabbat o de otras festividades religiosas, y que se reproduce con esta entrada.

En definitiva, un autentico refrito basado en mentiras, copias, cambios, retoques, … una imagen real de parte de esa sociedad aducida y enferma.

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Pero, ¿conocen lo que cantan?



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