viernes, 16 de junio de 2017

VALLE DE VALDEÓN

Son ya varias las veces que nos hemos acercado a Picos de Europa. Allí se concentran las figuras de protección de la Naturaleza más importantes de España: Parque Nacional, Reserva de la Biosfera y Parque Regional, formando un verdadero tesoro natural y, posiblemente, la más fantástica agrupación de montañas calizas de toda Europa, en donde viven el 90% de las especies de mamíferos terrestres del país y un importante porcentaje de reptiles, anfibios y aves. Asimismo, es el dominio del bosque atlántico mixto con múltiples especies como el haya, roble, serval, arce, abedul, castaño, tilo, fresno, etc. Pero, sobre todo y como tendremos ocasión de comprobar nuevamente, es el reino de los grandes bosques de haya y roble que se extienden por la umbría de la Cordillera.


El Parque Nacional de Picos de Europa se constituye en 1995, si bien su Macizo Occidental es ya declarado Parque Nacional por el rey Alfonso XIII en 1918, con la denominación de Parque de la Montaña de Covadonga. La cadena montañosa de los Picos de Europa se forma y surge en el centro de la propia Cordillera Cantábrica, que es mucho más antigua, diferenciándose y destacando por su constitución caliza que ha facilitado su modelado y actual aspecto como consecuencia de la fuerte erosión y glaciación del Cuaternario.

Aunque todo el paisaje del Parque Nacional resulta impresionante por sus grandes alturas, en su interior destacan tres cadenas montañosas bien diferenciadas con picos que sobrepasan los 2500 metros: al oeste el Macizo Occidental o Cornión, que se enmarca entre los ríos Sella y Cares y es el más extenso; los Urrieles o Macizo Central, entre los ríos Cares y Duje, el más vertical y agreste, y el Macizo Oriental, también llamado Macizo de Ándara, situado entre el Duje y el Deva, de menor extensión y de niveles muchos más suaves que los anteriores.


Popularmente se considera que los Picos de Europa están vinculados únicamente con Cantabria o Asturias. Mientras asturianos y cántabros durante el s. XX vendieron magníficamente el “producto Picos" y lo hicieron suyo, León se sumió en la desidia e indolencia. Ahora resulta difícil defender y divulgar que la provincia de León es la que posee la mayor extensión del Parque Nacional (casi el 40%), con parte del Cornión y los Urrieles, y las alturas más importantes y espectaculares de los tres Macizos: Torre Cerredo (compartida con Asturias), Peña Santa, Torre Llambrión, Tiro Tirso, Torre de Casiano de Prado y Torre Llastria, además de dos de los valles más interesantes: Sajambre y Valdeón.


El sábado 27 de mayo es el día elegido para volver Picos, pero en esta ocasión la ruta será por el Valle de Valdeón, para finalizar en Posada de Valdeón. La ruta se complementará con las visitas al Museo Etnográfico de Riaño por la tarde y, en la misma localidad, a la antigua iglesia de Nuestra Señora del Rosario, pequeño templo que perteneció a la localidad de La Puerta, que quedó bajo las aguas del pantano.

Partimos a primera hora desde León hacia el noroeste de la provincia, haciendo una parada, siempre obligada, en Riaño. El paisaje desde el autocar hacia la montaña siempre resulta interesante. Son patentes los estragos que ha realizado en la vegetación las fuertes y tardías heladas, hasta 10º bajo cero, que durante unos días del mes de mayo castigaron todos los brotes de frutos, hojas y flores. Solo se deja ver una tímida floración en las retamas y, desgraciadamente, el desastre que estas bajas temperaturas produjeron en muchos árboles, sobre todo en los nogales, completamente ennegrecidos. Así todo, no faltó la imagen de los grandes chopos colonizados por el mágico muérdago.

Riaño siempre es un espectáculo. Un tímido sol se abre paso entre las nubes que colonizan el impresionante circo calizo que rodea la población y que se refleja en las tranquilas aguas del pantano. Tras el café de rigor, continuamos ruta hasta entrar en el Parque Nacional por el Puerto de Panderruedas, a 1450m. de altura. Este puerto de montaña, paso natural que divide los valles leoneses de Sajambre y Valdeón, ya era utilizado por los romanos como lugar estratégico en su largo asedio y conquista del norte peninsular.

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Desde el Puerto de Panderruedas iniciaremos la ruta hacia Posada de Valdeón, pero antes nos desviaremos para disfrutar del cercano Mirador de Piedrashitas. Pasadas las 10 de la mañana, desde la pequeña área de aparcamiento del Puerto, cruzamos la pradería, habilitada para el esparcimiento y disfrute del entorno, en dirección norte. 

A escasos metros, un bosque de hayas y grandes robles flanquean el camino hasta alcanzar el Mirador, una balconada de cemento y escaso gusto, a 1500 metros de altura, que se abre de manera espectacular sobre el Valle de Valdeón, entre el Macizo Occidental y el Macizo Central. Desde allí se divisan las más cercanas e importantes elevaciones calizas del Cornión y los Urrieles, todas alturas leonesas. De derecha a izquierda: Torre Diego Mella, Torre Delgado y Torre Peñalba; en el centro, Torre de Salinas, Torre del Friero y Torre Ciega; más cercanas, a la izquierda, ya en el Cornión: Torre Bermeja, los Moledizos y Peña Santa.

El Mirador fue inaugurado por Franco el 22 de mayo de 1967 y, aparte de los dos hormigonados poliedros, tiene una escultura de hierro, el “espigón silbante” que, según cuentan, hace silbar al viento con distintos sonidos según la dirección desde donde sople (http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-1273/1486310/).


De vuelta al Puerto de Panderruedas hay que tomar la ruta señalada como PR11, una pista destinada exclusivamente a uso agrícola y del Parque Nacional, que deja a la izquierda la carretera y se dirige hacia el valle hoyado por el río Cares.

La PR11 se interna en las laderas boscosas que bajan hacia Vega Lluero, en la zona de Porciles. Es el perfil clásico del bosque atlántico que, en su parte alta, está conformado únicamente por hayas. Como hemos comentado otras veces, adentrarse en un hayedo es penetrar en un mundo de fantasía. Las calizas afloran por todas partes cubiertas de musgo y líquenes formando mágicos rincones, bodegones de color, junto con los troncos retorcidos de las hayas. La belleza de los hayedos hace todavía más significativo el llamado “baño de bosque” (Shinrin-joku), confirmando que pasear por este hayedo activa las partes del cerebro relacionadas con la empatía, el placer y la emoción.

A medida que descendemos las hayas van siendo acompañadas por otras especies como abedules, acebos y robles, pero también por el sotobosque repleto de escaramujos y pequeños brotes de fresno, avellano o aliso. En cada revuelta los torrentes atraviesan la pista y se alejan rápidos hacia el fondo del valle, haciéndose hueco entre rocas y troncos.

En una de estas revueltas atravesamos el emblemático río Cares, que traza la geografía del Valle de Valdeón. Nace en las cercanías del Puerto de Panderruedas, a 1600 m. de altitud, en las estribaciones del Pico Gildar. Por el lugar en que lo cruzamos mantiene un perfil todavía de arroyo, aunque ya apunta maneras.

Tras un pequeño tramo de carretera, por la zona conocida como El Curriello, y siguiendo el cauce por la derecha del Cares, aparece a lo lejos la localidad de Capdevilla de Valdeón. Fuimos testigos, a escasos metros, del cruce de una parte a otra de la carretera de una solitaria hembra adulta de corzo que nos impresionó por su potencia, velocidad y enormes saltos.

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Capdevilla, primer pueblo del Valle, se encuentra atrapado en el pequeño espacio entre la montaña y el río. Capdevilla de Valdeón ha sabido mantener su encanto popular, conservando alguna de sus casas tradicionales con su sencillo corredor de madera y sus grandes portones, los típicos y enormes cobertizos, llamados en la zona portaladas, pero , sobre todo, por el cuidado y conservación de sus hórreos.

Uno de los elementos más singulares de la arquitectura del Valle de Valdeón son sus hórreos. Su estructura ofrece una gran variabilidad en formas y componentes, detalles o motivos decorativos, que demuestran la enorme implantación que debieron tener en la zona. Construcciones con formas parecidas ya debían existir en tiempo de los romanos, que los denominaban “graneros suspendidos sobre el suelo”, ya que en ellos se guardaba la cosecha, el grano o los despieces de la matanza, preservándolos así de la humedad y los roedores. El hórreo es considerado por la mayoría de la gente como una construcción arquitectónica de origen asturiano o gallego. Pero históricamente el hórreo es tan leonés como el que más y se debe conservar y potenciar.

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No hay dos hórreos iguales, cada uno es único y responda a las necesidades y posibilidades de la familia que lo manda construir y del estilo de los artesanos que los levantan. Los hórreos han formado parte del paisaje de la Montaña de Riaño desde hace cientos de años. Según el Catastro del Marqués de la Ensenada de finales del siglo XVIII, los ejemplares en la comarca de Riaño superaban los mil ejemplares. Actualmente su número ronda los 140 y en esta localidad en concreto se conservan trece.

Dejamos Capdevilla tras cruzar el Cares, para continuar en dirección a Soto, donde encontraremos hórreos todavía más antiguos. Antes pasaremos por un antiguo molino de piedra y la bella iglesia de San Pedro Advíncula (encadenado) que comparte Capdevilla y Soto. También disfrutaremos de una curiosa representación de algunos de los árboles tradicionales del Valle, como el fresno, asociado a la actividad ganadera y que era plantado en las cercas de los prados como divisoria y para que sus hojas alimentaran el ganado. Con sus ramas más gruesas se realizaban colleras, mangos de apero y algunas partes de los carros.

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También el tilo era primordial en la zona. Árbol imponente de hasta 30 metros de altura, que puede llegar a vivir 1000 años. Aparte de su apreciada flor para infusiones, su madera blanda, ligera y fácil de trabajar era muy utilizada para los necesarios aperos de labranza.

Soto de Valdeón, como hemos dicho, posee los hórreos más antiguos y más numerosos (17) construidos a dos aguas, planta rectangular, cubierta de teja y con los tablones colocados en sentido horizontal. Antiguamente las techumbres eran de paja de centeno, como se aprecia en algunas fotografías de hórreos de mediados del siglo XX (http://reinolvidado.blogspot.com.es/2006/11/el-horreo.html).

IMG_1042El camino continua hasta Posada de Valdeón, que es el municipio del Valle y donde reside también la Junta Vecinal del Real Concejo de Valdeón. Fue también capital del Concejo Medieval de Valdeón, formado por las poblaciones de Los Llanos, Prada, Cordiñanes, Soto y Caldevilla. Se encuentra en el corazón del Valle y es una población que mantiene asimismo muchas de su arquitectura tradicional: diez hórreos y casas balconadas.

En Posada finaliza nuestra ruta, que ha transcurrido con un tiempo excelente para caminar. Han sido 11 kilómetros intensos disfrutando del paisaje que, en Picos de Europa, nunca deja de asombrar con su exuberante vegetación y las grandes calizas dominándolo todo. Si la Naturaleza se muestra aquí pródiga, no menos interesante es la mano del hombre actuando sabiamente con la vegetación y los recursos pero, sobreIMG_1058 todo, con sus tradiciones y cultura popular que trata de perpetuar en la memoria colectiva, creando y cuidando una arquitectura curiosa y exclusiva, recreando, como luego veremos en el Museo de Riaño, costumbres, artesanía, oficios, modo de vida, etc. Antes del regreso, en Casa Abascal de Posada, disfrutamos de una muy recomendable comida.

De vuelta a León, parada programada nuevamente en Riaño para visitar el Museo Etnográfico y la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Desde el año 2004 el Museo Etnográfico de Riaño, patrocinado por el Ayuntamiento, viene desarrollando un destacado trabajo de recopilación y estudio de piezas arqueológicas, históricas y etnológicas de la Montaña Oriental. El Museo se sitúa en un edifico anejo a la iglesia parroquial y cuenta con piezas que van desde la Prehistoria hasta la actualidad cultural más reciente.

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Es de señalar la composición de escenas con figuras que recrean oficios y tradiciones: representaciones de la vida del pueblo vadiniense, trabajos artesanos o relacionados con el campo y la ganadería, pero también la educación, las costumbres religiosas y la vida cotidiana. Destaca la representación de la “Casa de Tía Genoveva”, una de las típicas “casas de humo”, viviendas tradicionales, llamada así porque la falta de salida de humos ennegrecía de hollín paredes y techos.

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Impresionante resulta la Capilla del Monumento de Semana Santa, prácticamente desaparecidos en la provincia. Suele estar formada por lienzos escalonados y pintados que tratan de imitar una arquitectura lujosa. Se colocaba ante el altar los días de Jueves, Viernes y Sábado Santo, teniendo como centro el sagrario. En este Museo de Riaño, con representaciones arquitectónicas, se incorpora en el frontal la Última Cena, custodiada por las figuras de dos soldados romanos.

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La iglesia de Nuestra Señora del Rosario se encuentra en Riaño desde 1987. Era la iglesia parroquial de la localidad de La Puerta, pueblo anegado por la construcción del embalse, siendo desmontada y trasladada a esta nueva ubicación. Es una construcción románica, entre los siglos XIII-XIV, y su gran interés reside en sus pinturas góticas que cubren todo el ábside de la cabecera, muy originales y en un estado excelente de conservación. Resultó interesante conocer el descubrimiento de estas pinturas y el método empleado para su traslado al nuevo emplazamiento.

Ha sido un largo día, pero siempre merece la pena volver a Picos de Europa. Como final, reivindicar nuevamente la zona leonesa de Picos. Como ya hemos señalado casi el 40% del territorio del Parque Nacional pertenece a León, mientras es Asturias y Cantabria quienes publicitan y monopolizan la “posesión” exclusiva de Picos de Europa.


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