La Iglesia del Mercado vive un momento en la actualidad que rememora su antiguo esplendor, debido al auge, interés y recuperación de las arraigadas y entrañables tradiciones populares. La importancia que mantuvo durante siglos no fue debida, como se puede suponer, a su perfección y exquisitez arquitectónica ni por el valor artístico que albergaba, tan distante de los excepcionales edificios religiosos representativos del románico, gótico y plateresco que existían y existen en la ciudad: San Isidoro, la Catedral de Santa María o el Convento de San Marcos.
Su protagonismo se debió a la devoción que siempre gozó entre el pueblo su imagen titular: la "Virgen del Camino", representada primitivamente como una Virgen Madre y a partir del XIV-XV por una Piedad. Era la Madre del pueblo llano, humilde, artesano; amparo de los enfermos y refugio de los desheredados. Consuelo de la población a extramuros, del León milenario, recoleto, trabajador y peregrino, alejado de los hábitos purpurados.
Esta última imagen, hoy ocupando el lugar central en su retablo del s. XVIII, está datada entre el s. XIV-XV. No existe ninguna referencia a la anterior talla, pero no se diferenciaría mucho de la iconografía mariana tradicional hasta el momento: Virgen sentada en un trono, cubierta con una amplia túnica sobre manto y velo; se muestra bendiciendo o con una flor o manzana en su mano derecha. En sus rodillas el Niño con túnica y también bendiciendo; la mayoría de las veces ambos coronados. Es la representación de la Virgen Madre.
La antigua imagen de la Iglesia de Mercado, sería con seguridad una de estas tallas románicas sedentes y con el Niño en el regazo, al estilo de la imagen titular en el Monasterio de Santa María de Sandoval, hoy en el Palacio Episcopal de León, o la que existe en el Monasterio de Gradefes. Ahora, la nueva escultura de autor anónimo, posiblemente alguien cercano a la escuela de Alejo de Vahía, presenta maneras góticas muy realistas. Está ejecutada en madera de peral y es de pequeño tamaño: 130 cm. de altura.
Es una talla de las conocidas como Piedad (Pietá). La Virgen tiene sobre sus rodillas el cuerpo de Jesucristo tras su descendimiento de la cruz, con la cabeza caída hacia atrás y el brazo derecho completamente perpendicular al suelo. Los pliegues del manto naturales, el rostro de María de sufrimiento y de un dolor contenido y resignado, mientras contempla al hijo muerto en sus brazos. En algunos documentos a partir del XV se la nombra como “Santa María la Nueva” o “del Camino del Mercado” o “Nuestra Señora la Antigua del Camino”. Ahora, para los leoneses es “la Dolorosa”, o como cariñosamente la denominó el compañero y amigo Máximo Cayón Waldaliso, “la Morenica del Mercado”.
¿Qué explicación puede tener que la imagen de la Virgen mantuviera a través de los siglos la advocación y título “del Camino”, y su representación cambie tan radical: de una Virgen Madre a una Piedad?
En primer lugar hay que destacar la rápida popularidad que adquirió este último tipo iconográfico, que tiene sus inicios a principios del s. XIV en Alemania donde se la conoce como “imagen vísperal”, haciendo referencia a la hora litúrgica de vísperas, el atardecer, momento en el que el Viernes Santo, María recibe en sus brazos el cuerpo de Jesucristo, que ha sido bajado de la cruz.
Esta popularidad puede estar unida a la referencia que se hace en la Biblia a las Lamentaciones atribuidas al profeta Jeremías, muy difundidas y de las que se han realizado múltiples versiones musicales para su uso en el Oficio de Tinieblas del Viernes Santo. Así se dice en la “primera Lamentación” (1.12): “Vosotros todos, los que pasáis por el camino mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta…”.
No es de extrañar que, en aquellos momentos debido a un posible deterioro o desaparición, o por la antigüedad y el estatismo de la antigua Virgen Madre, modelo que ya se consideraba agotado, se optara por una representación tan popular e inspirada en las Lamentaciones de Jeremías (“… todos los que pasáis por el camino …”), como era la imagen de una Piedad, de una Dolorosa, que se encontraría, además, a los pies del Camino más celebrado del mundo. Esta nueva imagen serviría de guía a los peregrinos que, con destino Compostela, tenían obligada parada en la Iglesia.
Ella serviría de norte a estos caminantes, pero también sería imagen de devoción para los pobres y humildes devotos, habitantes de esta ciudad milenaria, que representaría el sufrimiento diario de supervivencia, y un consuelo permanente ante la adversidad: “… mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta…”.La Dolorosa del Mercado sigue siendo, como su Iglesia, un edificio e imagen entrañable para los leoneses, cuya religiosidad se identifica más claramente con esta muestra, que con la suntuosidad y la pompa de otras. Desde hace años será la Dolorosa la que el Viernes de Dolores, a las 8 de la tarde, en las Vísperas, saldrá de su Iglesia para anunciar la Pasión de Cristo y el inicio de la Semana Santa en León.
Es la procesión del pueblo leonés y sus calles se llenarán del olor de la cera ardiendo, de las velas que portarán cientos de mujeres que acompañarán a la Morenica del Mercado en su dolor durante su tradicional recorrido. Y es que desde 1739 está escrito que “… no se manifieste la santa imagen a menos que se enciendan cuatro velas, por respeto debido a la venerable Nuestra Señora del Mercado”.
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