viernes, 30 de diciembre de 2016
Feliz año 2017!!!
jueves, 22 de diciembre de 2016
La Sibila regresa a León tras cinco siglos
El anuncio en la prensa ha sido todo una sorpresa. Mañana, día 23 de diciembre, la Sibila “volverá” a nuestra Catedral después de cinco siglos, gracias a la iniciativa del titular del órgano catedralicio, D. Samuel Rubio.
Según la noticia, la actuación de mañana en nuestra catedral será una referencia cultural nacional e internacional, debido a lo antiguo del espectáculo que, cada 24 de diciembre y a medianoche, se realizaba el solemne canto compuesto por la Profecía de Isaías, seguido por el Canto de la Sibila. Estos dos cantos trataban de significar la “venida” de Cristo, con su Nacimiento en estas fechas, mientras la Sibila anunciaba a continuación la segunda “venida”, el Juicio Final.
La Sibila siempre ha estado presente en nuestra Catedral entre las tallas de la Portada Occidental, es la Sibila Eritrea, ahora situada en el claustro. ¿Qué hacía un personaje pagano cercano a la mitología griega y romana, en la portada de la catedral? La presencia de la Sibila Eritrea en el templo leonés y en la religión y tradición cristiana, obedece a que la pitonisa es considerada, desde los primeros tiempos del cristianismo, como la voz del mundo antiguo, del mundo pagano, al que se le prometía un Salvador de igual manera que los profetas anunciaban al pueblo judío la llegada de un Mesías.
Las sibilas eran mujeres que, en la cultura griega y romana, se creía estaban inspiradas para interpretar las respuestas de los dioses sobre la predicción del futuro. Según la tradición, la primera de estas mujeres se encontraba en Delfos y se llamaba Sibila, generalizándose el nombre a todas las demás.
La sibila o pitonisa de Delfos se sentaba sobre un trípode y, después de haberse purificado con el agua sagrada de Delfos y haber masticado hojas de laurel, escuchaba la pregunta y devolvía a los solicitantes el oráculo del dios que hablaba a través de ella.
En el siglo II aparecen una serie de libros de poemas, denominados sibilinos, compilados por cristianos orientales que tenían como base textos con contenidos históricos, políticos y religiosos de origen y antecedentes paganos, judíos y cristianos. Entre estos contenidos, figuraban los oráculos de la Sibila Eritrea que fueron considerados tan importantes como las predicciones de los profetas del Antiguo Testamento.
Durante la Edad Media, las profecías de la Sibila gozaron de gran estima e influencia, dando lugar a las representaciones teatrales más antiguas (s. XI) sobre el misterio de la Navidad. Eran, en principio, ceremonias sencillas que solían celebrarse el 24 de diciembre y que se limitaban al solemne canto de la “Profecía de Isaías” y al denominado “Canto de la Sibila”, que se componía principalmente de su antigua profecía sobre el Juicio Final y las horrendas consecuencias que le acompañaban.
En el XII y XIII surgen sobre el mismo asunto verdaderos dramas teatrales. Al profeta Isaías y a la Sibila Eritrea les acompañan ahora las prefiguras de Cristo y los profetas mesiánicos y escatológicos: Jeremías, Daniel, Samuel, Ezequiel, Elías, Asuero, Esther, etc.; también figuras con simbolismo escatológico: Baalam, Aarón, la Sinagoga, la Iglesia, la Virgen, San José, la reina de Saba, etc… Es el conocido drama denominado Ordo Prophetarum, que deriva de un sermón, atribuido a San Agustín, que se leía en la vigilia de Navidad.
Durante la representación del drama son llamados a dar testimonio del advenimiento de Cristo y de los sucesos que acaecerán en el Juicio Final, los profetas del Antiguo Testamento, interviniendo también prefiguras de Cristo y de la Virgen, personajes mesiánicos y, por supuesto, la Sibila Eritrea.
El denominado “Canto de la Sibila”, del que mañana disfrutaremos después de cinco siglos, es una ceremonia propia de las iglesias españolas. Se representó en ciudades levantinas: Gerona, Barcelona, Palma, Valencia, etc., pero también en León. Desde la capital del Reino se expande la tradición a ciudades como Santiago, Toledo y, según avanzan las conquistas militares, a tierras portuguesas, extremeñas y andaluzas.
domingo, 18 de diciembre de 2016
El origen del villancico
A lo largo del siglo XVI la Iglesia empieza a utilizar durante los actos litúrgicos obras en castellano para acercar al pueblo las celebraciones religiosas. De esta forma, los villancicos cambiarán paulatinamente sus temas tradicionales a formas y temas que interesan a la Iglesia.
Hoy se asocia el villancico con los cánticos navideños, pero esto no fue así en un principio. La denominación de villancico procede del término “villano”, habitante de la villa, por lo que este tipo de cánticos eran propios de la gente del pueblo, que narraban la vida cotidiana y los sucesos de la aldea o villa y en donde no faltaban las sátiras, las intrigas amorosas o las gestas de armas; todo ello ajeno por completo a la religión y a las celebraciones navideñas.
Estos temas profanos van desapareciendo lentamente de las costumbres del pueblo, como consecuencia de la poderosa influencia de la comunidad eclesiástica conservadora que destierra por completo cualquier tradición ajena a la religiosidad, hasta hacerla prácticamente desaparecer a lo largo del siglo XIX.
El apogeo de las celebraciones navideñas a lo largo del siglo XX, permite la recuperación de las coplas y letrillas religiosas que adoptan el apelativo de villancico, pero únicamente como tonadillas propias de la Navidad. Realizadas con instrumentos simples y populares e interpretados la mayoría de las veces por voces infantiles, cuentan con letras poco elaboradas y una sencilla estructura armónica y melódica.
En la actualidad, el villancico tradicional permanece anclado en el siglo XX mientras está tomando enorme auge el villancico flamenco, sobre todo la “zambomba” de Jerez, nombre por el que se conoce la fiesta distintiva de la Navidad jerezana, que tiene su origen en las reuniones que se organizaban al caer la noche en las casas de vecinos durante estas fechas.
domingo, 11 de diciembre de 2016
Loteria de Navidad: el retablo Alfa y Omega
“NAVIDAD”
Nacimiento flamenco. Anónimo.
Siglo XV. Retablo de madera policromada.
Catedral Santa María. León.
Este es el texto que figura bajo la imagen que se muestra a la izquierda en la Lotería de Navidad de 2016. Junto a las cinco cifras de la “suerte”, aparece en los décimos una ilustración que, desde hace unos años, suele ser representativa de la Navidad. Este año se incorpora la reproducción de un pequeño grupo escultórico realizado en el siglo XV en madera de nogal, que se encuentra en una de las capillas de la girola de la Catedral de Santa María de León y que escenifica el misterio de la Natividad de Cristo.
Este año la imagen corresponde a un pequeño retablo flamenco que ocupa la capilla del Nacimiento de la Catedral. En la girola de la Catedral de Santa María de León, al lado del Evangelio, se encuentra la capilla del Nacimiento. El origen de este oratorio data de mediados del siglo XIII, donde en uno de los paños está el sepulcro del obispo Arnaldo, fallecido en 1253. Se supone que, en un principio, la capilla estuvo dedicada a San Ildefonso y San Pedro, santos que aparecen representados en las vidrieras de la propia capilla; pero es a mediados del s. XV cuando el obispo leonés Pedro Cabeza de Vaca “funda” la capilla del Nacimiento, donde se situó el retablo de la Natividad, también llamado el “retablo de Alfa y Omega”.
Ésta denominación es debida a una de las particularidades de este conjunto que mide dos metros de ancho y unos centímetros más de alto, y que está formado por dos cuerpos unidos por el centro. En la parte izquierda se distingue perfectamente la letra alfa y en la derecha, un poco menos identificable, la letra omega. Son la primera y la última letra del alfabeto griego, el primero y el último, el principio y el fin, es la simbología tradicional de Dios que de esta manera afirma el poder y la deidad.
San José y la Virgen figuran en primer plano arrodillados y adorando al Niño desnudo, que se muestra recostado sobre un cojín y el extremo del manto de su Madre. Un San José calvo, con barba y entrado en años, viste túnica bajo loba, mientras sostiene un bastón. María, con las manos cruzadas sobre el pecho, se nos muestra de perfil, mientras contempla al Niño con gesto arrobado. Viste túnica que cubre con un amplio manto y un velo sobre la cabeza, que resguarda en parte su larga y ondulada melena.
En la parte derecha del establo, que ofrece aspecto de ruina con cubierta muy inclinada en la que afloran varios ventanucos, asoma la mula y el buey que, de frente al espectador, muestran fisonomías naturalistas y formas proporcionadas.
El conjunto escultórico debió de estar integrado originalmente en una caja que no se conserva. Consta de ocho bloques de madera, cuatro en la Adoración y otros cuatro en la Anunciación, que se ensamblan entre ellos, y a los se les han añadido fragmentos o piezas sueltas que no parecen corresponder con la obra
original. Se han perdido también algunos volúmenes, como el ángel anunciador, los pies del Niño, fragmentos de arquitectura, etc. Asimismo, la policromía no es la que inicialmente presentaba, según se comprueba en numerosos puntos: manto de la Virgen, túnica de San José, encarnaciones, etc.
En definitiva, se trata de un pequeño conjunto escultórico de máximo interés, que muestra un fuerte realismo debido a los múltiples detalles, además de revelar la indumentaria de la época. Una bella obra.
El retablo, que contiene una fuerza expresividad impresionante, se puede contemplar, como se ha dicho, en la capilla de la Anunciación de la girola de la Catedral de Santa María de León, en el lado del Evangelio. Un buen momento para disfrutarlo y llevar hasta allí nuestro décimo de la lotería navideña. Quién sabe …