jueves, 9 de junio de 2016

León: Natalicio del Águila

Natalicio

"Ve y anuncia al pueblo romano que es decisión y voluntad de los dioses, que Roma sea la capital del mundo. Por tanto, deberán practicar el arte militar y que conozcan, y que así se lo comuniquen a sus descendientes, que no habrá pueblo ni poder humano capaz de resistir las armas romanas”.
(“Desde la fundación de la ciudad". Tito Livio)

clip_image002El hombre es el único ser de la creación capacitado para crear símbolos y signos, siendo por ello el único capaz de implantar una cultura propia que, en definitiva, es un complejo método y sistema de figuras y códigos. El pueblo romano, creador de una civilización de la que aún somos herederos, fue extremadamente rico en simbología y su ejército el transmisor de esa culturaclip_image003 por todo el Mediterráneo.

El propio ejército romano ostentaba toda una gama de signos, emblemas y figuras, que reforzaban su estructura y conciencia de grupo compacto. Desde sus inicios, las primitivas fuerzas de infantería romana trasportaban como enseñas astas con haces de mieses en el extremo, que posteriormente se sustituirán por la figura de la loba capitolina y por otras figuras realizadas en metal que representaban caballos, toros, jabalíes, etc. Del mismo modo, las primeras unidades de caballería seguían a un pequeño estandarte rojo que mostraba el símbolo del grupo.

clip_image004A finales del s. II aC., las necesidades y las dificultades para conseguir tropas ante los grandes problemas y retos fronterizos, llevan a Cayo Mario, cónsul de Roma, a realizar una importante y profunda reforma en el ejército. Emprendió inteligentes innovaciones de carácter técnico y táctico, modificó el equipo militar, los entrenamientos y ordenanzas, creó nuevas unidades, perfeccionó la caballería, etc. Tales cambios revolucionaron el arte de la guerra y confirió a las legiones romanas una superioridad táctica soberbia. El nuevo soldado, “miles romanus” al que, por lo completo y pesado de su impedimenta se llamó, irónicamente, “mulus marianus”, fue encuadrado en una unidad dotada de un contexto nuevo de cara a la profesionalización legionaria, con un nombre y cultoclip_image005 propio, con absoluta fidelidad al general a su mando y con símbolos y enseñas que eran protegidas y veneradas por los soldados.

Entre ellas, sobresalían las águilas, enseñas que eran entregadas a la legión mediante en el momento de su formación como unidad de combate mediante una significativa ceremonia religiosa, celebrándose cada año el aniversario de su creación, fecha considerada sagrada, con solemnes rituales. Era el día festivo denominado, “dies natalis aquilae”, en el que se renovaban los juramentos sagrados de fidelidad.

El águila, símbolo arcaico vinculado a IOM, Iuppiter Optimo Maximo, dios supremo y protector del pueblo y ejército romano, fue el emblema más importante de la legión, mostrándose en lo alto de un mástil, siempre con las alas desplegadas y rayos en sus garras. Estaba al cuidado de la primera centuria de la primera cohorte, y era portada por el que se consideraba el legionario más esforzado y curtido de toda la legión, al que se denominaba alquilifer. Antes de entrar en combate eran perfumadas y la ceremonia se repetía si lograban laclip_image006 victoria, adornándose con flores y laurel. En los desplazamientos marchaba al frente de la legión, sin embargo, cuando la unidad militar entraba en combate, se situaba siempre detrás de la primera cohorte.

Era tan importante su significado, que la pérdida durante la batalla se consideraba un deshonor para la legión, pero también para Roma, representando este hecho un verdadero infortunio entre el pueblo romano. Tal es así, que la derrota de Craso en el norte de Siria en el año 53 aC., que supuso la pérdida de siete legiones y la captura de sus siete águilas, no fue nunca borrada de la memoria romana. Augusto, tras años de negociaciones, consiguió la devolución de la enseñas, celebrándose en Roma como una gran victoria. Del mismo modo, la derrota de Quintilio Varo en Teotoburgo, supuso un duro golpe con la desaparición de tres legiones y la captura de sus tres águilas por los pueblos germanos. Fclip_image007ueron constantes los intentos de recuperación, hasta que al cabo de los años, dos de ellas fueron rescatadas por Germánico.

Junto al águila, cada legión llevaba un pequeño estandarte con su nombre y emblema llamado vexillum, trasportada por los denominados vexillarius. Las unidades de caballería y de infantería que prestaban servicio fuera de su legión, poseían otro con su identidad. Se desconoce el emblema que ostentaba nuestra Legio VII Gemina, pero cabe la posibilidad de que el toro fuera su símbolo al haber contado con parte de las tropas de la aniquilada I Germánica, fundada por Julio César.

Lo que está comprobado, es que, en algunas ocasiones, el signo zodiacal del emperador o del cónsul creador de la legión, o el de la propia fecha de fundación de la unidad, influía en el emblema quclip_image009e ostentaba. De esta manera, la Legio VII podría haber tenido como símbolo: Géminis, “los gemelos”, los Dióscuros, Cástor y Pólux, guerreros míticos que, curiosamente, están presentes en una de las lápidas de Villalís que certifican su institución. Pero también pudiera ser capricornio, signo del zodiaco al que pertenecía Galba, nacido el 24 de diciembre del 3clip_image010 aC.

Además del águila y el vexillum, cada centuria poseía su propio estandarte denominado signum, trasportado por los soldados signifer. Existen dos variantes conocidos de signum, uno con una mano abierta clip_image011en la punta del asta, y el otro terminado en punta de lanza. A lo largo del asta, se colocaba la identificación de la centuria y cohorte, así como las condecoraciones obtenidas por la unidad a lo largo del tiempo.

Durante el periodo imperial, las legiones portaban un pequeño busto del emperador llamado imago, llevado por el legionario imaginifer y que acompañaba al legado o general de la legión. Avanzado el Imperio, un nuevo estandarte llamado draco, de origen posiblemente dacio, fue adoptado por el ejército en tiempos de Trajano. Este estandarte estaba formado por una cabeza de dragón y cuerpo de tela ondeante, dotado de una lengüeta en su interior, que provocaría, al paso del viento, un inquietante y aterrador sonido. Solía haber uno por cohorte y su portador era llamado draconarius.

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Todas estas enseñas y emblemas servían como referencia a la tropa, trasmitiendo órdenes a la vez que mantenían unido al grupo. Durante el acuartelamiento, se custodiaban en el aedes signorum, lugarclip_image014 central de los principia, que era cuartel general del campamento legionario y su centro neurálgico, haciendo también las veces de centro administrativo y religioso. Por lo general, el principia conformaba una significativa construcción con entrada monumental y patio porticado. Era el espacio simbólico de la autoridad y del poder del emperador.

El edificio de los principia seguía unos patrones definidos, tanto en tamaño, como en estructura y ubicación en el interior de los campamentos permanente romanos (castra stativa). Su arquitectura mostraba siempre una disposición triple: un clip_image016patio interior, un espacio porticado sostenido por columnas y en el que se abrían las distintas estancias administrativas, y una basílica o nave elevada al fondo del recinto en cuyo interior se encontraba el lugar sagrado, el aedes, donde no se podía entrar armado o empleando la fuerza. En el edificio se formalizaban las funciones religiosas, administrativas, pero también judiciales, y se erigían altares y estatuas a los emperadores, además de contener la caja de la legión.

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Por lo general, los principia ocupaban una extensión entre 6.000 u 8.000 m2, de los aproximadamente 200.000 m2 con que contaba el interior de los perímetros amurallados que albergaban una legión al completo. Su ubicación en el interior del campamento era en el cruce de las dos vías principales, generalmente a la izquierda del praetorium o residencia del comandante de la legión, y normalmente su portada se abría hacia la porta praetoria. Podía disponer en su frente de un espacio lo suficientemente extenso para que pudiera realizarse una pequeña parada militar o para que el comandante pudiera dirigirse a las tropas.
En el aedes del principia y sobre un podio o estrado, como se ha comprobado en las excavaciones de algún campamento de Inglaterra (Risingham y Collen), se situaba el águila de la legión y todos los emblemas e insignias de la misma, como sclip_image018e observa en la reconstruccióndel aedes del principia de Noviomagus (Holanda): el vexillum de la legión en el centro, el águila a su izquierda y un asta a la derecha; a ambos lados, como pueden verse en la reproducción, los signum de las diferentes centurias.

En una estela de mármol, prácticamente ilegible, hallada en Priaranza de Valduerna (León), aparece tallada un águila con sus alas desplegadas dentro de una hornacina o edículo formado por columnas y frontón triangular; a su lado, se puede apreciar lo que parece un vexillum. Es, sin duda, la representación simple del aedes de un principia.

Circunstancia inusual resulta conocer la fecha oficial de la fundación de una legión romana: la  Legio VII Gemina. Unas inscripciones procedentes de la localidad de Villalís, población que se encuentra a 60 km. al suroeste de la capital leonesa, fechadas en los años 163 y 184 dC. y que se encontraban incrustadas en su iglesia parroquial, conmemoran en su texto el Natalicio de las Águilas”, el "ob natalem aquilae", la entrega de las enseñas militares a la nueva legión. El suceso, ocurrido en la ciudad de Clunia (Burgos), cuartel general del gobernador de Hispania Tarraconensis, Servio Sulpicio Galba, tuvo lugar el IIII idus iunias, el 10 de junio del 68 dC., hace ahora 1948 años.

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A la izquierda, inscripción procedente de Villalís de fecha 10 de junio del año 163, en la que se celebra el aniversario del nacimiento de la legión VII Gémina. A la derecha, otra lápida de la misma localidad, ésta del año 184, donde figura la fecha de 10 de junio del año 68, como el día que se entregan las águilas a la nueva legión.


La Legio VII, en aquel momento con el sobrenombre de Galbiana y formada íntegramente con legionarios hispanos, se levantó en armas contra Nerón, y a las órdenes de Galba entró Roma en el año 68, consiguiendo imponer, aunque efímeramente, a su general como emperador del Imperio.

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La creación de la Legio VII, no debe confundirse con la fundación de la ciudad de León. El asentamiento debe su origen a otra fuerza militar, la Legio VI Victrix, que con posterioridad a las campañas contra los territorios norteños, será la fuerza militar romana que se instalará primero en el solar leonés. Tanto el campamento de la VI Victrix, como el posterior de la VII Gemina, tendrá un objetivo económico (control de la minería del oro), pero también cultural y de protección y construcción de obras públicas, con el fin de integrar y consolidar la zona noroeste de la Península como un verdadero territorio o provincia de Roma. La auténtica ciudad civil surgirá tras la desaparición de las fuerzas romanas en el s. IV-V, cuando la población que reside a extramuros del campamento, ocupe el espacio interior de la muralla.

Con enorme esfuerzo y hasta el año 2006, se impulsó desde la directiva de una asociación leonesa, ahora apenas significativa, la divulgación de este acontecimiento histórico leonés, implicando lentamente y con gran esfuerzo a las instituciones locales que, parece, han cogido con fuerza el testigo de esta celebración.

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