domingo, 17 de enero de 2016

LEÓN, ciudad de moda.



Dicen que uno de los programas de televisión más visto en España hasta la fecha, fue la entrevista del pasado mes de diciembre que realizó Bertín Osborne al presidente del gobierno Mariano Rajoy.

En el programa y por distintos motivos, la única ciudad española que se mencionó varias veces fue León. En primer lugar porque León fue, en un momento de la vida familiar del presidente, su lugar de residencia y estudios. También surgió la coincidencia con la residencia del expresidente Zapatero, pero, sobre todo, porque se “publicitó” de forma explícita la llegada del AVE a la ciudad.


Rajoy, en un momento de la entrevista, comentó que había estado recientemente en León para inaugurar el AVE. ¿Pero hay AVE a León?, preguntó un sorprendido Bertín, que reconoció su interés por este nuevo de trasporte al reconocer que viajaba por esta zona a menudo. Desde entonces media España conoce la existencia y la posibilidad de viajar cómodamente y en muy poco tiempo a León.

¿Por y para qué habría que visitar León y su provincia? Carlos Herrera el pasado 20 de septiembre de 2015 en el XLSemanal, publicó el siguiente artículo sobre la llegada del AVE a la ciudad, ofreciendo además pautas para descubrir todo lo que encierra la capital y su provincia:


    De paseo por León y alrededores

La cueva del Valporquero, en la provincia de León, no es excesivamente antigua: cuenta con una edad de cuatro millones de años.

Pero ese inconveniente lo solventa siendo extraordinariamente hermosa. Es una de esas sorpresas medio ocultas que tiene esa prodigiosa y desconcertante provincia leonesa permanentemente por descubrir.

Las estalactitas y estalagmitas desarrolladas a lo largo de los siglos forman salas de una belleza lenta que resulta inusitada, y la organización de visitas y acceso es perfecta. Se llega a través del tránsito por hoces ciclópeas y pueblos recoletos, piedra gris y teja roja, donde se come y se bebe, por cierto, de forma contundente. Las hoces son las de Vegacervera, altas, desafiantes, nacidas de la eterna pelea del agua y la roca, y por la ladera de Valporquero de Torio, cordillera cantábrica leonesa, se desperdiga algún hayedo que aconsejo visitar en paseo sereno, como en general toda la zona de bosques, ríos y desfiladeros que regala el paisaje.

Digo que León es una prodigiosa provincia y no quiero simular exageración. La Maragatería es excelsa, y el Camino de Santiago brinda algunos momentos de éxtasis. Salir de Astorga y llegar a Castrillo de Polvazares, paisaje yemení, donde degustar un cocido maragato en Juan Andrés o en Cuca La Vaina, es un regalo para dos o tres sentidos al menos. Vista, olfato, gusto. Salir de Castrillo y llegarse a Rabanal, y después a Foncebadón, y transitar hasta Molinaseca, todo ello es asegurarse los montes de León a tus pies. Paisaje indomable, soberbio, coronado por las viandas que Casa Ramón desperdiga de manera elegante y mimosa, tal como ya he escrito en alguna ocasión, en la aldea que corona una de las etapas más apasionantes y laboriosas del Camino.

Viajamos unos amigos desde León a Matallana en los remozados trenes de FEVE (esos que unen León con Bilbao a paso lento) con la intención de desayunar rústicamente en La Cocinona, en Vegacervera, donde la cecina de chivo. No esperen manteles de hilo. Embutidos leoneses y diversa variedad de contundencia. Visita a las cuevas después y comida en La Rinconada, en Coladilla, donde el consabido cocido de chivo nos brindó la oportunidad de comer algo diferente, intenso, distinto, exquisito. Y luego... León.

El AVE va a unir la capital de España y la de los reinos antiguos en poco más de hora y media. Valdrá la pena entonces echar un día de paseo por una ciudad tan desconocida como apasionante. Si la provincia leonesa es un cúmulo de sorpresas, la capital es un depósito de tesoros por descubrir. 

Uno de ellos es, evidentemente, el santo grial. El cáliz de Doña Urraca se guarda en la colegiata de San Isidoro y son muchos los expertos que aseguran que contendría piezas de ónice de la copa de la última cena venerada por la Iglesia de Jerusalén. Al parecer, esa Copa habría llegado a manos de Fernando I de León como presente de los musulmanes españoles, el cual habría sido heredado por su hija Urraca de Zamora. Evidentemente hay controversia científica, pero los indicios son lo suficientemente sólidos como para que se establezca una duda razonable.


Independientemente de ello, San Isidoro, cumbre del románico, goza de un panteón de reyes que asombra desde el primer segundo. Los franceses lo convirtieron en cuadra para sus caballos, expoliando lo que pudieron, y Mendizábal hizo el resto; pero finalmente fue restaurado en diversas actuaciones y hoy es una soberbia lección de historia. De San Isidoro a la catedral media un paseo breve, pero hermoso y de ahí al Barrio Húmedo otro tanto, salpicado de acudideros literalmente regios. No es la primera vez que hablo de Camarote Madrid, uno de los cinco mejores bares de España, donde Javi ofrece por igual cordialidad y viandas. Y de tantos otros a los que debo pleitesía y a los que dedicaré atención especial, como La Bodega Regia, Casa Condeso, La Cava de Santa Clara o El Racimo de Oro, sublimes todos.

Entre el chivo, el grial, la cueva, los vinos de El Bierzo, y la madre que los parió, tienen a su alcance un fin de semana portentoso. Yo no me lo perdería.

Pero no solo Carlos Herrera ha hablado recientemente de León. Aunque viene comentado sobre la ciudad y provincia en carta abierta radiofónica desde hace años, el periodista Fernando Ónega dirigió nuevamente en las ondas una nueva carta, en unos de los programas de La Brújula de Onda Cero del pasado mes de noviembre:

Buenas noches León. Llevo 9 años, desde 2007, escribiendo una carta cada octubre, y siento la emoción del primer día. Eres mi ciudad novia, mi provincia novia. Beso mi carta al echarla al buzón de la radio, y me siento correspondido.

Llamé a preguntar cómo estabas, León, y me dijeron que había llegado el frío, y que el otoño está alfombrando la ribera del Bernesga, los verdes de San Francisco, La Granja, Papalaguinda y el Paseo de la Condesa. Huele a otoño en la ciudad de León. Es otoño en el Páramo, y en la Maragatería, y en la Tierra de Campos, y en El Bierzo y en las Vegas.

Y ahora, León, ya no eres el mismo. Ya tienes el AVE, el viejo sueño cumplido. Y el AVE te está haciendo ciudad turística con los hoteles al completo. Y necesito decirle al mundo que te estás convirtiendo en capital de la biofarmacia, y que se ha fijado en ti Microsoft. Turismo y alta tecnología: es como un renacer de León.

León está de moda, repite con orgullo tu alcalde Antonio Silván, y yo cuánto lo celebro. Pero te seguiré viendo, León, como te he visto siempre: la apasionante tierra, las entrañables gentes de acogida. Seguiré haciendo lo que me pide el cuerpo cada día, y varias veces al día: aparecer en la Plaza del Grano, embriagarme de caldos y de tapas en el Barrio Romántico y en el Barrio Húmedo. Entrar en San Isidoro, la Capilla Sixtina del Románico, sentir la grandeza de tu historia en el Panteón de los Reyes, que 23 reyes has tenido, León, y no reclamas la independencia.

Y allí te diré que me dejen ver el Santo Grial. Sí, habéis oído bien, forasteros, el Santo Grial está en León, en la Basílica de San Isidoro, y nunca lo quise decir por no profanar la magia del secreto.

Y quiero dejarme embrujar por las vidrieras de la Pulchra Leonina, que Juan XXIII llamó Catedral Maravillosa, y quiero pasar horas mirando una a una las figuras de su coro. Y necesito volver a asombrarme en la Azabachería, y en San Marcos, y en los palacios de los Ponces y los Guzmanes, y el Conde Luna, y Casa Botines, y la memoria de Gaudí.

Y me hace falta tu gastronomía. Tus vinos del Bierzo, tus mantecadas, tus botillos, tus quesos, tus cecinas, tus imperiales y tus nicanores. Y me urge entrar en tu provincia, la provincia de Las Médulas, y Riaño, y Castrillo de los Polvazares. Y seguir el Camino de Santiago y parar en cada pueblo, y adentrarme en mi Lugo por Los Ancares, buscando los senderos de Froilán.

Será cualquier tarde. Quizá mañana mismo. Con esa ansiedad, desde esa nostalgia, desde el afecto, desde la gratitud: buenas noches ciudad mágica, buenas noches León.


Circula, desde hace años, una anécdota que se atribuye al obispo Almarcha (aquel que “ayudó” al poeta Miguel Hernández), en la que aseguraba que León tenía un clima propio para “bueyes y algún que otro canónigo” . Pero León ya no recibe grandes nevadas, ni los aleros presentan durante varios días afilados carámbanos como antes. Sigue haciendo frío, pero los inviernos se han suavizado. También se han superado aquellas manifestaciones que dejó por escrito el escritor romántico inglés Richard Ford en la primera mitad del XIX, en la que aseguraba en su obra “Viajes por España”, que León era una de las ciudades más decadente, triste y aburrida de España.

El impulso de sus gentes ha permitido sobreponerse a la incapacidad permanente de sus políticos a través de los años, para sacar la ciudad del  olvido y del anonimato, y situarla por primera ven en los circuitos y rutas turísticas nacionales e internacionales.

Por fin se puede dejar atrás aquel conocido eslogan de los años 60-70: “León, la bella desconocida”.  Hoy podemos comprobar en la revista multimedia de viajes y cultura, “http://www.viajesdeprimera.com/category/espana/castilla-y-leon-espana”, como León y su provincia sobresalen dentro de los circuitos más interesantes de Castilla y León, siendo referencia ineresante la última entrada del pasado 14 de enero: “Los secretos de la Colegiata de San Isidoro”.


León sale lentamente del olvido, pero quien iba a suponer que la conocida página de viajes internacionales, de consulta obligada en todo el mundo, SKISCANNER, iba a incluir a León entre las “16 ciudades que deberías visitar en 2016” (http://www.skyscanner.es/noticias/inspiracion/las-16-ciudades-que-visitar-en-2016/) compitiendo con ciudades como Rio de Janeiro, La Habana, Marrakech, Abu Dabi, etc. León se descubre al mundo, León, está de moda.









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