Hace unos días, el periodista-escritor
Pérez-Reverte fue expresando mediante varios twits y a raíz de las últimas y salvajes
medidas del Gobierno, lo que piensa del estado actual de España y de sus
políticos.
La mayoría de la población piensa lo mismo,
incluso diría que últimamente es aun más radical que el escritor. Sin embargo,
este generalizado pensamiento de la calle aparece tímidamente reflejado en los
medios de comunicación (¿por qué será?) y ni siquiera los sindicatos,
“baluartes” de las protestas y manifestaciones callejeras, muestran en sus
pancartas ni mencionan en sus discursos, la posibilidad de una completa reforma
del Estado (¿por qué será?).
Este cambio, necesario para sobrevivir, no
se contempla, por supuesto, por los
grupos políticos, refugiados y atrincherados en el Gobierno y en los feudos
autonómicos (un fracaso económico y social), que han demostrado sobradamente su
incompetencia para dirigir y gestionar, salvo su patrimonio personal.
Esta clase se rodea de una telaraña de familiares,
amigos y colegas que forman una enorme barricada de miles de puestos de trabajo
a dedo, que disfrutan de salarios públicos de lujo. Puestos inventados, sin
utilidad práctica, ideales para individuos sin antecedentes laborales y que son
incapaces de hacer otra cosa.
Los resultados los padecemos. Y es que en
este país “cualquiera” puede ocupar un puesto importante de decisión en la
sociedad, sin que se tenga en cuenta su capacidad. Solo sirve la obediencia al
partido de turno, la influencia
de los amiguetes, o el “agradecimiento por servicios”. Así nos encontramos con
verdaderos inútiles en: Direcciones Provinciales, chorizos incompetentes en los
Consejos de administración de las Cajas, caducos en Consejos Consultivos,
asesores chaqueteros de Defensores del Pueblo ¿? y miles de etc. a nivel
regional o nacional.
Todos los conocemos. No han demostrado su
capacidad en ningún campo, solo en medrar al amparo y sombra de los partidos.
Bueno, no del todo. Hay señoras diputadas criadas a los pechos de la camorra
que, mientras se relacionan los recortes y sacrificios de los trabajadores en
el Congreso, muestran su trayectoria “profesional” con su experta opinión: ¡Qué se jodan!
Y claro que nos jodemos. Como dice
Pérez-Reverte casi medio millón de individuos/as que viven a costa del personal
que paga su sueldo, viajes, prebendas, pensiones millonarias, jubilaciones sin
cotización, teléfonos, ordenadores, etc. Medio millón de jetas que no han sido
capaces de gestionar debidamente los abundantes recursos de los que
disfrutábamos hace unos años y nos han llevado a la ruina.
¡Ahora se comprende mejor la Revolución
Francesa y la guillotina!
Twits de Pérez-Reverte:
La Cultura, la Educación, la Sanidad, las
clases altas, medias y bajas, expoliadas. Y el disparate
administrativo-político-autonómico, ni tocarlo.
A ver si lo he entendido, señor
presidente…
Hasta por morirme debo pagar un 21 %…
A ver si lo entiendo. Insisto.
Alemania tiene 80 millones de fulanos y
150.000 políticos. España, 47 millones y 445.000 políticos. Sin contar
asesores, cómplices y colegas.
O en Alemania faltan políticos, o aquí
sobran.
Si en Alemania faltan, apenas tengo nada
que decir. Si en España sobran, tengo algunas preguntas. Señor presidente.
¿Para qué sirven 390 senadores (con la
brillantez media y la eficacia política media de un Iñaki Anasagasti, por
ejemplo)?
¿Para qué sirven 350 diputados y 54
eurodiputados? ¿Nos apañaríamos peor de lo que estamos con la mitad? ¿Me lo
dice en serio?
¿Para qué sirven 74.000 alcaldes y
concejales, cada cual con su paquete adosado de asesores de ambos sexos y
sexas?
Subpregunta: si un concejal de Villacantos
del Botijo, por ejemplo, necesita contratar a 15 asesores…
¿Para qué puñetas sirve ese concejal,
aparte de para dar de comer a numerosos compadres y parientes?
¿Para qué sirven 1.206 parlamentarios
autonómicos y 1.031 diputados provinciales? ¿Sabe usted lo que cobra toda esa
gente? ¿Y lo que come?
Ese tinglado regional, repartido en
diecisiete chiringuitos distintos, duplicados, nos cuesta al año 90.000
millones de euros.
Con ahorrar sólo la mitad… Eche usted
cuentas, señor presidente. Que yo soy de Letras.
En vista de eso ¿cómo es posible que el
Gobierno de este putiferio de sangüijuelas y sangüijuelos se la endiñe a las familias
y no a ellos?
Que en vez de sangrar a esa chusma, se le
endiñe a la Dependencia, a la Sanidad, a la Educación, a la Cultura, al pequeño
comercio?
¿A la gente que de verdad lucha y trabaja,
en vez de a esa casta golfa, desvergonzada y manifiestamente incompetente?
A ese negocio autonómico absurdo e
insostenible, del que tanta gentuza lleva viviendo holgadamente desde hace más
de treinta años.
17 parlamentos, 17 defensores del pueblo,
embajadas propias, empresas, instituciones. Negocios casi privados (o sin casi)
con dinero público.
El único consuelo es que a esa pandilla
depredadora la hemos ido votando nosotros. No somos inocentes. Son proyección y
criaturas nuestras.
Treinta años engordándolos con nuestras
imbecilidad y abulia política. Cuando no con complicidad ciudadana directa:
Valencia, Andalucía…
Con unos tribunales de Justicia cuando no
politizados o venales, a menudo lentos y abúlicos. El golfo, impune. Y el
ciudadano, indefenso.
Esos políticos de todo signo (hasta
sindicalistas, rediós) puestos en cajas de ahorros para favorecer a partidos y
amiguetes. Impunes, todos.
Me creeré a un presidente de Gobierno, sea
del color que sea, cuando confiese públicamente que este Estado-disparate es
insostenible.
Cuando alguien diga, señor presidente,
mirándonos a los ojos, “voy a luchar por un gran pacto de Estado con la
oposición.”
“Me voy a cargar esta barbaridad,
racionalizándola, reduciéndola, controlándola, adecuándola a lo real y
necesario.”
“Voy a desmontarles el negocio a todos los
que pueda. Y a los que no pueda, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible.”
“Aquí hay dos autonomías históricas que
tendrán algo más de cuartelillo, dentro de un orden. Y el resto, a mamarla a
Parla”.
“Y el que quiera entrar en política para servir
al pueblo, que se lo pague de su bolsillo”.
Pero dudo que haga eso, señor presidente.
Es tan prisionero de su propia chusma político-autonómica como el Pesoe lo es
de la suya.
Ese toque de jacobinismo es ya imposible.
Tiene gracia. No paran de hablar de
soberanía respecto a Europa quienes son incapaces de ejercerla en su propio
país. Sobre sus políticos.
Dicho en corto, señor presidente: no hay
cojones.
Seguirán pagándolo los mismos, cada vez
más, y seguirán disfrutándolo los de siempre. El negocio autonómico beneficia a
demasiada gente.
Usted, señor presidente, como la oposición
si gobernara, como cualquiera que lo haga en España, seguirá yendo a lo fácil.
A cargar a una población triturada, con
cinco millones de parados, lo que no se atreven a cargar sobre sus
desvergonzados socios y compadres.
Seguirá haciéndonos aun más pobres, menos
sanos, menos educados. Hasta el ocio para olvidarlo y la cultura para
soportarlo serán imposibles.
Así que cuando lo pienso, a veces se me va
la olla y me veo deseando una intervención exterior.
Que le vayan a frau Merkel con derechos
históricos, defensores del pueblo, inmersiones lingüísticas, embajadas y
golferías autonómicas.
De tanto reírse, le dará un ataque de
hipo. De hippen, o como se diga allí.
Lo escribía el poeta Cavafis en “Esperando
a los bárbaros”. Quizá los bárbaros traigan una solución, después de todo.
Para esto, que nos invadan los bárbaros de
una puta vez. Que todo se vaya al carajo y el Sentido Común reconozca a los
suyos. Si quedan.
Recristo.
Qué a gusto me he quedado esta tarde,
señor presidente.
Lola acaba de abrir el bar. Esta noche me
emborracho. Como Gardel en el tango.
Y después de todo esto, los sindicatos UGT
y CC.OO., han acordado constituir una Cumbre Social del Estado Español en la
que se invita a todo tipo de plataformas, asociaciones, sindicatos,
organizaciones, universidades, consumidores, colegios profesionales, grupos
religiosos, etc., para un único objetivo: ¡convocar elecciones!
Pero si el problema sabemos todos dónde
está. El problema es todo el tinglado estatal que tienen montado el gobierno,
los partidos, los sindicatos, las autonomías, las empresas públicas, las
diputaciones, ayuntamientos, los centenares de consejos, los bancos y cajas,
etc. Ese es el problema.
Y en último extremo Alemania, tocando los
… a todo el mundo desde hace un par de siglos, con su Deutschland siegt an Allen Fronten!!!, (Alemania siempre
victoriosa!!!). Es verdad que nos toca los cataplines, pero puede que sea la
última esperanza para vernos en el futuro libres de toda esta canalla que nos
gobierna.
Como dice Reverte “que de una puta vez vengan los
bárbaros”, a ver si acaban
con todos estos inútiles, porque hasta que el tinglado autonómico y demás no
desaparezca esto no hay quien lo arregle.
O, si no, que nos gobierne la Coca-Cola,
o por qué no, el leonés de INDITEX.
Seguro que nos iría de lujo.
¿Qué esperamos agrupados en la plaza?
Hoy llegan los bárbaros.
¿Por qué inactivo está el Senado
e inmóviles los senadores no legislan?
Porque hoy llegan los bárbaros.
¿Qué leyes votarán los senadores?
Cuando los bárbaros lleguen darán la ley.
¿Por qué nuestro emperador dejó su lecho al alba,
y en la puerta mayor espera ahora sentado
en su alto trono, coronado y solemne?
Porque hoy llegan los bárbaros.
Nuestro emperador aguarda para recibir
a su jefe. Al que hará entrega
de un largo pergamino. En él
escritas hay muchas dignidades y títulos.
¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten
sus rojas togas, de finos brocados;
y lucen brazaletes de amatistas,
y refulgentes anillos de esmeraldas espléndidas?
¿Por qué ostentan bastones maravillosamente cincelados
en oro y plata, signos de su poder?
Porque hoy llegan los bárbaros;
y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros.
¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres oradores
a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia?
Porque hoy llegan los bárbaros
que odian la retórica y los largos discursos.
¿Por qué de pronto esa inquietud
y movimiento? (Cuánta gravedad en los rostros.)
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas,
y sombría regresa a sus moradas?
Porque la noche cae y no llegan los bárbaros.
Y gente venida desde la frontera
afirma que ya no hay bárbaros.
¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?
Quizá ellos fueran una solución después de todo.
Esperando a los Bárbaros. Konstantinos Kavafis (1863-1933), poeta griego.
- La invasión de los bárbaros. Ulpiano Checa.