jueves, 31 de marzo de 2011

Presencia vikinga en el Reino de León






Tapiz de Bayeux. Conquista de Inglaterra por los normandos.

Una silueta baja y alargada surca velozmente las aguas cercanas a la costa norte del Reino de León. Posee una sola vela rectangular en el centro, distinguiéndose pequeñas troneras laterales para la instalación de remos, que se utilizan para navegar por los ríos o para aumentar su velocidad antes de entrar en combate. Es ligero, rápido, con un reducido calado que le permite maniobrar fácilmente en aguas poco profundas y ser transportado por tierra.

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La afilada quilla facilita una suave navegación y una espléndida ceñida al viento. En su interior, alrededor de 200 hombres preparados esencialmente para la guerra, han recorrido cientos de kilómetros hacinados en un espacio reducido (30 m. de eslora por 6 de manga, aproximadamente). Tiene una cubierta simple, con dos pequeñas bajocubiertas situadas a proa y popa y el centro totalmente abierto.

En la proa de la nave, en lo alto de la quilla como era costumbre, un mascarón maravillosamente tallado: la cabeza de un dragón. Es un drakkar, un barco de guerra vikingPor Craig A Rodwayo dispuesto para atacar cualquier punto vulnerable de la costa del Reino, desde el cabo Peñas, al este, hasta la desembocadura del río Duero, ya en el litoral Atlántico.

Como veremos, las incursiones fueron constantes durante décadas, siendo habitual, durante los siglos IX al XI, la presencia de barcos vikingos merodeando las costas hispanas. La procedencia de las naves de lo más heterogéneo: Irlanda, Normandía, Escocia, Inglaterra, pero también Noruega, Suecia o Dinamarca. Largos viajes que obligaban a los tripulantes a protegerse de las inclemencias de la navegación con una lona encerada que arropaba prácticamente la totalidad de la cubierta, resultando tediosas las largas jornadas en alta mar. 


Con el buen tiempo, era habitual, a pesar 222 del escaso espacio del que disponían, la práctica de la típica lucha personal. También se adiestraban y mostraban sus habilidades en un curioso juego, consistente en ir saltando de un remo a otro por la parte exterior del barco tratando de evitar la caída al agua. Estas toscas aficiones, contrastaban con otra más relajada y muy extendida: el Hnefatafl. Un “juego de mesa” que, conociendo las actividades y costumbres de estos hombres, su práctica resulta insólita.

Su significado es “Tablero del Rey” y, aunque resultaba muy popular, formaba parte de la educación de la nobleza que tenía por mérito ser diestro en el mismo. Se han hallado múltiples tableros y piezas; algunos de estos tableros cuentan con pequeños agujeros para sujetar las fichas, que contaban con una pequeña clavija para encajar, señal indiscutible de su empleo durante las largas travesías. Como curiosidad, comentar que el Hnefatafl se distingue del ajedrez en que los competidores, atacantes y defensores, tienen fuerzas desiguales y un objetivo distinto para ganar. La colocación de las fichas también es diferente y el número de los escaques del tablero pueden llegar hasta 11 x 11.

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Los primeros avistamientos de barcos vikingos se producen a mediados del s. IX, devastando distintos puntos del litoral: desde el golfo de Vizcaya a Finisterre. Los asturianos de Ramiro I consiguieron organizarse y repeleEUr a los guerreros nórdicos, considerados más peligrosos que los musulmanes.

En el 858, bajo el reinado de Ordoño I, llegaron nuevamente oleadas de vikingos a las costas hispanas. Esta vez desembarcaron en la zona atlántica, arrasando Iria Flavia y asediando Compostela, cuyos habitantes se vieron obligados a pagar un fuerte tributo para salvar la vida. Finalmente fueron empujados a la costa y obligados a reembarcar.

Una tercera oleada vikinga, posiblemente la de mayor importancia, tuvo lugar durante el reinado de Ramiro III (966 al 985). La fuerza vikinga avanzó a sangre y fuego hasta el interior, llegando incluso a las inmediaciones de León. Con esfuerzo, se llegó a reunir un potente ejécopia4decopiade40ep1rcito que, al mando del conde Gonzalo Sánchez y el obispo San Rosendo, obligó a retirarse a los vikingos hasta la costa donde se encontraba su flota. El ejército leonés logró darles alcance, derrotarles, recuperar el importante botín y quemar sus naves.

Las “visitas” esporádicas de piratas nórdicos se sucedieron. En 1028 tras la subida al trono del rey leonés Bermudo III y la grave inestabilidad política del territorio gallego, una importante fuerza vikinga penetró por la ría de Arosa comandada pantifonarioor un jefe danés llamado Ulf (Lobo), que saqueó y devastó los territorios costeros, para penetrar más tarde hasta el corazón del reino leonés. Cuatro años después, en el 1032, el vikingo todavía se encontraba en el interior del territorio apoyando como mercenario a un rebelde gallego, Rodrigo Romariz, que se alza en armas contra Bermudo III. El obispo de Compostela, Cresconio, le hace frente en nombre del rey, les derrota y les obliga a reembarcar en el 1038, siendo ya rey de León Fernando I.

La constante presencia vikinga en las costas influyó considerablemente en la sociedad y cultura leonesa del momento, sobre todo en esos 10 años en los que Ulf y sus tropas danesas permanecieron en territorio leonés. Esta influencia vikinga queda reflejada en una de las imágenes espléndidas del Antifonario Mozárabe de la Catedral de León, en el que un guerreroBeato de Escalada anticristo empuña una espada de pomo lobulado y ranura longitudinal o abatanador, pero también en otras existentes que se aprecian en el Beato de San Miguel de Escalada, que guardan un parecido substancial con las espadas vikingas que se conservan en distintos museos europeos.

Según cuenta el propio historiador Eduardo Morales Romero, en 1990 vino a España acompañado de dos colegas del Museo de los Barcos Vikingos de Roskilde (Dinamarca), Janviking6 Skamby y Keld Hansen, con el fin de encontrar antecedentes o muestras del pasado vikingo en nuestro país. Tuvo noticias de la existencia de un báculo existente en el Museo de la Catedral de Santa María de León, fechado en la segunda mitad del s. IX y realizado, según se apuntaba, en hueso o diente de morsa. Dicha pieza se había hallado en el interior del sarcófago del obispo San Pelayo (s. IX) y se creía que tenía origen escandinavo.

Las investigaciones de Morales y sus colegas daneses resultaron decepcionantes para sus pretensiones. El báculo resultó estar realizado en madera y, aunque reconocen que su decoración tiene cierto aire nórdico, comprobaron que no muestra ninguna ascendencia escandinava, excluyendo por completo cualquier intervención vikinga en su elaboración.

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Después de la visita al Museo catedralicio, acudieron al Museo de la Basílica de San Isidoro. Allí, como venían haciendo rutinariamente en otros centros, se interesaron por la existencia de alguna pieza de origen nórdico. La sorpresa fue enorme cuando les indicaron que, expuesto en el propio Museo de la Basílica, existía un pequeño ídolo de marfil con las características que señalaban.

Según relata textualmente Eduardo Morales, cuando contemplaron dentro de su vitrina la pieza en cuestión, quedaron hipnotizados. Sin duda alguna, se trataba de una obra de excepcional calidad artística del “periodo vikingo” que, hasta el momento, había pasado desapercibida.

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El ídolo resultó ser una cajita cilíndrica excelentemente conservada, calada, con un acusado saliente en uno de sus extremos y fabricada en asta de reno, no en marfil como se creía. Mide 44 mm. de altura y 33 de diámetro y posee dos placas de metal que cierran los extremos: una fija y circular, la otra ovalada y con una bisagra que le permite abrir y cerrar, aunque las perforaciones existentes indican que en su día también estuvo fija. Las placas metálicas son también caladas y con parecida decoración al cuerpo de la caja, pero de menor calidad artística. El motivo decorativo lo forman varios animales que se entrelazan cubriendo la integridad de la superficie tubular. El borde saliente representa el animal principal, posiblemente la cabeza de un ave, que vuelve la cabeza hacia atrás en un giro de 180º.tesoro_viking amarillo

La cajita del Museo de San Isidoro de León es una pieza única y excepcional, con unas características muy especiales y sin equivalentes conocidos. Es, además, uno de los pocos objetos vikingos conservados en un museo durante siglos, ya que la mayoría de los existentes proceden de hallazgos o excavaciones arqueológicas contemporáneas. En definitiva, una obra maestra del arte vikingo de la segunda mitad del s. X, y la única muestra representativa del arte nórdico que se encuentra en España.

D. Antonio Viñayo, abad emérito de San Isidoro, cuenta que, tras el examen del pequeño estuche por parte de Morales, Hansen y Skamby, entre los dos expertos daneses se barajó la idea de que podría tratarse de una de las fichas de Hnefatafl. Esta afirmación no parece una solución descabellada. Se han descubierto piezas de juego vikingas realizadas en diversos materiales: cristal, ámbar, hueso o cornamenta, y la cajita de San Isidoro tiene el tamaño perfecto para encajar en los escaques de un tablero. Hay que tener en cuenta también que, en un principio, la pieza en cuestión estaba herméticamente cerrada, siendo posterior su utilización como recipiente para guardar o conservar algún pequeño objeto, una vez desmontada la tapa y añadida la bisagra.

Panorama

¿Cómo llegó esta sorprendente muestra del arte vikingo a la Basílica de San Isidoro de León? Realmente no se conoce. A pesar de que la cajita no se encuentra en la lista de la donación que realizaron a la Colegiata los reyes Fernando I y Doña Sancha, Antonio Viñayo supone que formaría igualmente parte del lote de las joyas entregadas por el matrimonio regio, llegándose solo Fernando Ia reseñar en el inventario las más importantes y valiosas.

No se debe descartar que la cajita llegase a la Colegiata como receptáculo de una pequeña reliquia procedente de cualquier punto geográfico con importantes asentamientos vikingos: Inglaterra, Irlanda, Noruega, etc. Sin embargo, creemos que la ausencia de cualquier simbolismo cristiano en su factura y la posterior inclusión de la bisagra, implica que tuvo una utilidad anterior distinta. Morales se inclina por dos opciones: la posibilidad de contener una sustancia olorosa o ser portadora de un amuleto, posiblemente el apreciado ámbar.

Estas dos propuestas, más la referida que anotaron los dos expertos daneses, relacionándola con su posible utilización como una bella pieza del Hnefatafl, son las opciones más fiables sobre su origen. Sea como fuere, su llegada a la corte leonesa es, seguramente, consecuencia de un botín arrebatado a las tropas nórdicas en alguna de las múltiples refriegas ocurridas durante el s. XI, momento en el que la costa hispana era objetivo permanente de los ataques y saqueos vikingos, que suponen importantes enfrentamientos con las tropas leonesas.

En cuanto a los posibles asentamientos nórdicos en territorios hispanos, resulta sorprendente que el único vestigio toponímico vikingo en España, después de las múltiples incursiones por toda la costa, se encuentre en el interior, muy alejado de la zona literal y al sur de la capital leonesa. Es el caso de la localidad de Lordemanos (“hombres del norte”), aldea que aparece ya documentada en el 1117 y que tiene el privilegio de ser el único asentamiento vikingo reconocido en la Península.

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Estas escasas, pero únicas y valiosas, muestras de la llegada y estancia de los piratas nórdicos, hacen de León referencia obligada de su presencia y arte en España, protagonizada principalmente por la “Cajita de la Basílica de San Isidoro de León”, desconocida hasta hace unos años y ahora ocupando un puesto relevante dentro del Arte Vikingo.

- VIDEO. YouTube. Versión animada del Tapiz de Bayeux. Realizado en el s. XI, narra en sucesión de imágenes la conquista de Inglaterra por los normandos (vikingos). Comienza con aparición del cometa Halley y concluye con la batalla de Hastings en 1066. Animación: David Newton. De: Avidavid62.
- Flota de barcos vikingos. Grabado.
- Disposición del Hnefatafl.
- Tablero de Hnefatafl con clavijas.
- Caballeros. Vasnetsov.
- Ataque vikingo. Rom Lovell.
- Drakkar. Grabado.
- Antifonario Mozárabe de la Catedral de León.
- Beato de San Miguel de Escalada.
- Espadas vikingas. Museo Estocolmo.
- Báculo del obispo San Pelayo. Museo Catedral de Santa María de León.
- Cajita vikinga, siglo X. Museo de San Isidoro de León.
- Piezas vikingas de Hnefatafl.
- Libro de Horas de Fernando I.
- Visitantes de ultramar. Nicholas Roerich.
- Muchas de las referencias, imágenes y videos se encuentran en Internet dándose debida cuenta de su origen, no obstante, serán retiradas si así se solicita.



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jueves, 10 de marzo de 2011

La conquista más occidental de Alejandro: León


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"Alexander the Great". Vangelis.

Quizá sea Alejandro Magno una de las figuras más seductoras de la Historia. Desde Macedonia y a la edad de 20 años, el joven monarca heleno dirigió sus expediciones militares hacia Oriente, conquistando el mayor imperio conocido hasta el momento: desde los Balcanes hasta el Indo, desde el norte de Afganistán, hasta el sur de Egipto.

Según el historiador Diodoro de Sicilia (s. I aC.), Alejandro planeaba la construcción en distintos puertos: Fenicia, Siria y Chipre, de centenares de barcos de guerra y trasporte para una futura expedición hacia las Columnas de Hércules, con el fin de conquistar el norte de África, Sicilia, costas itálicas y, por supuesto, Iberia. La intención era aunar Oriente y Occidente en una sola cultura. Según el historiador francés Méchin, ese sueño “universal” surgió en la llanura de Hekatompylos, mientras Alejandro contemplaba el cadáver de Darío III, el último rey de los persas.

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Los planes se frustraron tras su prematura muerte en Babilonia a los 33 años, el 30 de junio del 323 aC. No obstante, el rey macedonio se convirtió en uno de los mayores iconos militares y culturales de Oriente, pero también de Occidente. Una figura que, junto a su legado, marcará una época de extraordinario progreso e intercambio que, de alguna manera, sigue valorándose y estando presente después de más de 2200 años. En esta permanente “conquista cAlejandroultural” a través de los siglos, Alejandro se interna en el occidente europeo. Evidentemente no estuvo en la Península, pero su presencia se hizo patente y llegó con fuerza hasta el reino medieval más occidental del continente: el Reino de León.

A principios del siglo XIII, se estima entre el 1202 y 1207, el monje leonés Juan Lorenzo Segura realiza una de las obras más representativa y trascendente de la literatura española: el “Libro de Alexandre”. El poema narra la vida del gran Alejandro, desde su nacimiento, infancia y juventud hasta su muerte. Pero también hace hincapié en su importante formación, el inicio de su reinado, las conquistas persas y su estancia en la India.

A pesar de la existencia de otras opiniones sobre la elaboración de la obra, que tratan de justificar y acercar el texto a la “tradicional cuna” del castellano, la opción de la autoría leonesa está avalada entre otros por Tomás Antonio Sánchez, Emil Gessner y Joan Corominas, además de Ramón Rodríguez Pidal, quien asegura, en un profundo estudio, que el dialecto leonés se encuentra permanentemente en la obra.

Charles Le Brun (1619-1690)-'Alexander and Porus (Puru) during the battle of Hydaspes (326 BC)'-1673

De esta manera, en la ciudad de León se realizarán los primeros balbuceos escritos del español con el rey macedonio como protagonista. Y es que el "español", como recientemente ha declarado Inés Fernán20070418klplyllic_26.Ies.SCOdez Ordoñez, catedrática de Lengua Española de la Complutense, experta en dialectología histórica y, desde hace unos días, miembro de la RAE, es un crisol de rasgos leoneses, aragoneses, portugueses y catalanes. No debe identificarse exclusivamente con la lengua de Castilla, error promovido por las influyentes ideas de la generación del 98 y de la historiografía liberal decimonónica, que atribuían únicamente a Castilla la “formación” de España. Esta ideología, que todavía hoy se mantiene en parte, ignoró e ignora, torpe o interesadamente, la trascendencia y protagonismo decisivo en la cultura, historia y lengua actuales, de los anteriores y periféricos reinos y sociedades existentes en la Península anteriores a la existencia del condado de Castilla.

A través del "Libro de Alexandre" conocemos detalles de la personalidad del monje leonés y de los valores y código moral del Reino de León a principios del siglo XIII. Integrado en la sociedad leonesa de la época, Juan Lorenzo Segura era un hombre culto, lector y conocedor de textos en latín y francés, que ensalza y subraya en el poema el orgullo y la valentía del guerrero, la fidelidad al señor, el rechazo de la deslealtad y la cobardía, la piedad religiosa y el temor de los pecados.

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El libro marca el punto de partida de la narrativa española, siendo parte trascendental de las primeras manifestaciones de nuestra literatura. Pero además, el clérigo, en las dos primeras coplas o estrofas del poema, define y diferencia las dos “escuelas” existentes en la época y que están plenamente vigentes en el estudio actual de nuestra lengua escrita: Mester de Juglaría y Mester de Clerecía (“mester” = oficio). Así se expresa el fraile leonés al inicio del libro:

Señores, se quisieredes mio serviçio prender,

querríavos de grado servir de mio mester;

deve de lo que sabe omne largo seer ,

se non podrié en culpa o en yerro caer.

Mester traygo fermoso, non es de joglaría,

mester es sen pecado, ca es de clereçía,

fablar curso rimado por la cuaderna vía,

a sýlabas contadas, que es grant maestría (…).

Alfonso IX - Tumbo A El poema fue escrito para entretenimiento de la corte mediante su lectura, además de servir de enseñanza moral para los príncipes. De esta manera, la vida y hazañas de Alejandro Magno “conquistarán” la corte de Alfonso IX de León en los inicios del siglo XIII, educando y distrayendo a ilustres y nobles, así como, con seguridad, a alguno de los diecinueve hijos del monarca leonés, entre ellos posiblemente a su sucesor: Fernando III.

Esta antigua y prácticamente desconocida “presencia” de Alejandro en León, ha cobrado un nuevo impulso y relevancia excepcional desde marzo de 2009, gracias a la instalación e inauguración en la ciudad del Instituto Bíblico y Oriental, curiosamente situado en dependencias de la Basílica de San Isidoro, panteón que fue de los reyes leoneses. Otro clérigo natural de León, Jesús García Recio, será el "responsable" de la "vuelta" de Alejandro Magno a la ciudad después de 800 años.

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El Instituto y su Museo cuentan con los fondos bibliográficos y museísticos únicos en el mundo, del asiriólogo holandés J. Van Dijk, que lega su inigualable colección de documentos arqueológicos y epigráficos orientales (1000 piezas y 10000 volúmenes) a su discípulo, el sacerdote leonés experto en culturas semíticas, Jesús García Recio que, después de enormes esfuerzos y contrariedades, consigue la financiación adecuada para la instalación permanente de los fondos en León. En la colección se pueden encontrar piezas arqueológicas del 7000 aC., pero, sobre todo, multitud de textos arcaicos Reina cuneiformes que desarrollan los primeros sistemas de escritura y ciencia. Con estos valiosísimos fondos, el Instituto se convierte en lugar de obligada visita para historiadores y estudiosos de los textos más antiguos de la humanidad.

Junto a Jesús García, otro apasionado de la cultura oriental, arabista y egiptólogo, participará con entusiasmo en esta empresa. Se trata de Francisco Antonovich, español nacido en el Cairo, historiador del arte, anticuario, coleccionista, arqueólogo, director de varios museos en Francia, … un entusiasta del Oriente y profundo conocedor del Helenismo, que ha puesto a disposición del Instituto Bíblico y Oriental su colección de piezas y documentos: biblias antiguas, objetos de culto egipcios, sarcófagos hebreos y egipcios, textos sumerios, fenicios, siríacos, ugaríticos, manuscritos cristianos-coptos, copias de evangelios, etc. Pero Francisco Antonovich, además de ser uno de los grandes expertos mundiales sobre Alejandro Magno y su cultura, es poseedor de la mejor colección privada existente sobre monarca macedonio y el mundo helenístico.

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El 11 de marzo de 2009, la reina de España inauguró oficialmente el Instituto Bíblico y Oriental, que engloba el Museo y la Biblioteca Oriental, en una curiosa y exclusiva ceremonia en la que se empleó un "clavo fundacional" sumerio que puede verse en el Museo. El mismo día, con la colección Antonovich como protagonista, se inauguró asimismo una exposición bajo el título de: “El itinerario religioso de Alejandro Magno”. En ella se realiza un recorrido por los aspectos religiosos del rey heleno, profundamente influido por la religión, que gustaba venerar a los dioses de cada lugar o región conquistada.

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Las piezas mostradas representan un amplio abanico en tiempo, procedencia y cultura: desde los días de Filipo de Macedonia y Alejandro, hasta el posterior mundo helenístico; desde Roma hasta la India, desde las representaciones del rey como dios Ganesh (hindú), hasta imágenes del monarca con profunda influencia cristiana.

Bajorrelieves, estatuillas de mármol y bronce, camafeos, vasos de liturgia báquica, monedas, cálices, … varios bustos de Alejandro helenísticos y de época romana, uno como Dios Sol. Diversas esculturas del monarca, en una de ellas revestido con las escamas de Medusa, una talla de la que solo existe otra en el mundo expuesta en el Louvre, pero de menor tamaño; una diadema real de oro y distintos discos del mismo material con los rayos típicos del reino macedónico, correspondiente a la época de Filipo. También importantes tallas de objetos del arte Gandhara, joyas, piezas de plata, las bellas monedas de Afganistán, etc. Toda una imponente y única muestra sobre el héroe heleno.

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Hace unos días se ha confirmado la buena noticia. Venía difundiéndose el rumor de que la exposición podría quedarse permanentemente en la ciudad y, felizmente, el pasado mes de febrero, Francisco Antonovich ha comunicado la cesión de su colección sobre Alejandro Magno y el Helenismo de más de 300 piezas al Instituto Bíblico y Oriental, en definitiva a la ciudad de León, que se convierte de esta manera en obligada referencia nacional e internacional de la cultura helenística. Ocho siglos después Alejandro Magno vuelve a "conquistar" León y esta vez, supuestamente, para quedarse.


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- MÚSICA: YouTube - maryoik: Banda sonora de
"Alexander". Vangelis.
- Alejandro Magno. Museos Capitolinos, Roma.
- Reconstrucción del mosaico "Batalla de Issos". Pompeya.
- "Alejandro y Poros" (detalle). Charles le Brun.
- "Alejandro y Poros". Charles le Brun.
- "Libro de Alexandre". Biblioteca Nacional. Madrid.
- "Cantigas de Santa María" (detalle). Alfonso X.
- Alfonso IX. Miniatura Tumbo A de la Catedral de Santiago.
- Entrada al IBO y exposición sobre Alejandro. Basílica de San Isidoro de León.
- Inauguración. La reina Sofía, a la derecha Jesús Recio, a su izquierda Antonovich.
- Varias piezas de la exposición.
- Alejandro Magno. Medallón en la fachada de San Marcos de León.
- Muchas de las referencias, imágenes y videos se encuentran en Internet dándose debida cuenta de su origen, no obstante, serán retiradas si así se solicita.

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