El día 23 de abril se celebra la fiesta de la Comunidad de Castilla y León, posiblemente la única Comunidad española políticamente impuesta y ajena por completo a un sentimiento general de identidad.
Leoneses y castellanos (meseteños), son dos grupos sociales completamente distintos y dispares cuyo futuro es la desconfianza y el enfrentamiento, en parte provocado por la fuerte e implacable imposición del uno sobre el otro, y por la patente y continua anulación y “agresión” política, económica, cultural e histórica, que vienen ejerciendo y practicando con asiduidad y persistencia los meseteños sobre los leoneses.
Como no podía ser de otra manera, la población y sociedad que lidera sobre las restantes ciudades castellanas y el territorio leonés gracias a las presiones e intereses políticos que imperaron durante la transición, impuso e impone la fiesta que cree representativa de unas ancestrales y discutibles aspiraciones y reivindicaciones que, según ellos, encarnan su peculiaridad e idiosincrasia histórica: la derrota de Villalar ocurrida el 23 de abril de 1521, episodio que puede considerarse como el fin de la “Guerra de las Comunidades”.
No se pretende hacer un desarrollo de esta “revolución” que todavía aún sigue rodeada de grandes controversias. La "revuelta comunera" tiene sus orígenes en la terrible situación económica española de los años 1504-1506, durante la regencia de Fernando de Aragón, donde las malas cosechas, el hambre y la mortandad, originaron un caos económico y social que el Reino trató de paliar con un aumento extremo de la presión fiscal que acabará agravando aún más la situación.
En 1520, ya bajo el reinado de Carlos I, la precariedad se mantiene aún en todos los sectores, y los pueblos castellanos se sienten desamparados con la marcha de Carlos a Europa y la continua petición de recursos para sufragar los gastos que ocasionan los conflictos en el continente. Pero además, el pueblo tiene la impresión de que el Rey está sacrificando el bien común de Castilla, que es como decir en aquellos momentos los intereses legítimos y propios del Reino, a sus intereses privados y dinásticos.
En en centro-sur de Castilla se va madurando un ambiente de malestar y descontento que solo toma un cariz político en la franja central, entre Toledo y Valladolid, la zona más industrial que se encuentra aislada respecto al norte, este y sur, que encuentran una mejor salida para sus productos a través de la costa.
Estos problemas de penuria inicial y de sentimiento de despojo y ruina del territorio con el fin de solucionar problemas ajenos, tratan de trasformar el binomio imperante hasta el momento de rey-reino, e imponer la supremacía del poder del reino sobre las decisiones reales.
En la provincia de León, el Bierzo se mantuvo completamente al margen del conflicto y en el resto de la provincia la participación fue muy escasa. En la propia ciudad leonesa se producen tensiones entre los dos bandos, que protagonizan el conde de Toral por el partido comunero, y el conde de Luna por el bando realista. Pero los enfrentamientos en la ciudad son se poca entidad porque, principalmente, falla el apoyo popular, al contrario de lo que ocurre en ciudades como Segovia, Valladolid, Madrid, Albacete, Ávila, Cuenca, Guadalajara o Toledo.
A pesar de la participación leonesa en el enfrentamiento a favor de los comuneros, resulta importantísima la intervención de combatientes leoneses en favor de Carlos I, entre los que destacan las tropas del marqués de Astorga, las del conde de Benavente y el contingente del conde de Luna, que envía al encuentro de Villalar 1000 infantes y más de 800 lanzas, que consiguen un protagonismo importante en la victoria real sobre la revuelta castellano-comunera.
En todo caso, la celebracion en León del 23 de abril no debe corresponder a la derrota de la denominada “revolución de las comunidades”, los leoneses debemos celebrar y festejar, no aquella derrota, sino la victoria conseguida sobre las imposciones castellanas, sobre las mal llamadas “libertades castellanas”, invocando e impulsando así una nueva lucha, una nueva victoria que nos permita liberarnos de las "cadenas" actuales con las que los meseteños nos tienen cautivos.
- Carlos I de España. Bernaert van Orley.
- María Pacheco después de Villalar. Vicente Baños.
- Vencido y prisionero. Luciano Sánchez.
- Los caudillos comuneros en el patíbulo. Antonio Gisbert.