lunes, 28 de diciembre de 2009

2010 !!!

Dentro de unas horas, un nuevo año.
Nuevas ilusiones, nuevos proyectos, nuevas esperanzas ...

Un nuevo año que marca también el comienzo de esta aventura, que en este segundo año ha sobrepasado con creces lo esperado.

Es momento de celebraciones, de música, de baile, con el sonido de la música, con The sound of music ...

Feliz año nuevo!!!!





Video: saihttam1988

jueves, 17 de diciembre de 2009

Villancicos



Zambomba Jerezana (La Macanita&Coro de la Peña Tío José de Paula) Video: Mdurmor

En su origen, la denominación de villancico procede del término “villano”, habitante de la villa, resultando claro que, este tipo de canto, era propio de las clases populares, del pueblo llano, mediante el que principalmente narraban los sucesos del lugar y la vida cotidiana de la aldea, dejando al margen la religión y, por supuesto, ajenos por completo a la celebración de la Navidad.
En el siglo XV los temas comienzan a variar. Se introducen en las coplas los temas más dispares: crueles sátiras (villanescas), celebraciones, hechos de armas, tramas amorosas y las primeras letrillas con temas religiosos, pero alejados de las celebraciones litúrgicas.
El autor más representativo de este género en sus primeros pasos, fue Juan del Encina (1468-1529), considerado el compositor más representativo de la música profana de la época. Juan del Encina pasó los últimos 10 años de su vida en la ciudad de León en la que gozó de popularidad y estima, y en la que ejerció como canónigo de la catedral de Santa María. Las coplas o letrillas musicadas de Juan del Encina, se encuentran en cualquier representación actual de conciertos o corales de música renacentista y resultan muy populares y conocidas. Un ejemplo de los denominados villancicos de égloga del compositor:

Oy comamos y bebamos
y cantemos y folguemos
que mañana ayunaremos.
Por onrra de san Antruexo
paremonos oy bien anchos,
enbutamos estos panchos,
rrecalquemos el pellexo,
que costumbres de concejo
que todos oy nos jartemos,
que mañana ayunaremos.
Honremos a tan buen santo,
porque en hambre nos acorra,
comamos a calcaporra,
que mañana hay gran quebranto.
Comamos, bebamos tanto,
hasta que nos reventemos,
que mañana ayunaremos.
Bebe Bras, más tú, Beneyto,
beba Pidruelo y Llorente,
bebe tú primeramente,
quitarnos has deste preito.
En beber bien me deleyto,
daca, daca, beberemos,
que mañana ayunaremos.
Tomemos oy gasallado,
que manana viene la muerte,
bebamos, comamos huerte,
vamonos para el ganado,
no perderemos bocado,
que comiendo nos iremos,
que mañana ayunaremos.

Un siglo más tarde, durante el transcurso del XVI, las autoridades eclesiásticas consideran conveniente utilizar durante los actos litúrgicos composiciones en castellano para llegar o acercar al pueblo las celebraciones de la Iglesia. De esta manera, durante los siglos XVI-XVII los villancicos cambiarán paulatinamente sus temas tradicionales, para centrarse expresamente en temas de tipo religioso.

La fuerte influencia italiana del XVIII, que no era bien vista por la comunidad eclesiástica conservadora por el empleo cada vez mayor de elementos teatrales, produce que, a finales de siglo, la reproducción de todos estos cantos, canciones, coplas o letrillas, decaiga lentamente, desapareciendo, casi por completo, el uso y composición de villancicos durante el siglo XIX.

El auge paulatino de las celebraciones navideñas a lo largo del siglo XX en todo el mundo cristiano, produce la recuperación del villancico pero ya como canción propia de la Navidad, con una sencilla estructura armónica y melódica, interpretado, la mayoría de las veces, por voces infantiles con letras poco elaboradas y campechanas, e instrumentos simple y populares.

Esto puede ser a grosso modo la trayectoria de los villancicos en España, uno de los países que mejor ha exaltado poéticamente el misterio navideño, y que se inició en la Edad Media con aquellas primeras letras o canciones populares, cuyo origen se mezcla con las composiciones hispano-musulmanas denominadas zéjel. En esta evolución, no podemos olvidarnos de mencionar a los grandes autores que han dejado pequeñas joyas de poemas sobre el tema: San Juan de la Cruz, Góngora, Calderón, Lope de Vega, y hasta la propia Santa Teresa de Jesús.

Sin embargo, los villancicos que aún hoy se siguen escuchando son las composiciones que se hicieron populares durante el pasado siglo, gracias, sobre todo, al consumo y la gran difusión en de los medios de comunicación, destacando por el protagonismo de coros infantiles, unas letras entrañables y en ocasiones mordaces, y una música muy pegadiza, que se crean y se cantan por toda la geografía peninsular:

Ya viene la vieja y La Virgen y San José, de Extremadura.
Dime niño, de Murcia.
Chiquirriquitín, de Andalucía.
Ya vienen los Reyes, de Aragón.
En el Portal de Belén y en Belén tocan a fuego, de Castilla.
Hacia Belén va una burra, de La Mancha.
Fum, fum, fum, de Cataluña.
Campana sobre campana, de Madrid

Por otra parte, los villancicos más famosos, populares e internacionales, tienen distintas fechas y procedencias. El más antiguo, compuesto en Francia en 1740, es el Adestes fideles, obra del compositor inglés exiliado en Francia, Francis Wade.

Noche de Paz, tal vez el más célebre canto navideño, fue compuesto en 1818 en la localidad de Oberndorf en Baviera, por el organista Franz Gruber y el propio párroco de Oberndorf, Joseph Mohr, que escribió la letra y lo interpretó a la guitarra en la Misa del Gallo de aquel año.

Recuerdo especial merece El pequeño tamborilero, éxito de mediados del siglo pasado que hizo célebre Raphael, pero que llevaba a su espalda una larga historia. Es un villancico tradicional de origen centroeuropeo, concretamente checo, traducido al inglés e interpretado en los años 40 por Catherine Davis. En la década de los años 50 es grabado por la famosa Familia Trapp, y más tarde, con los arreglos musicales que hoy conocemos, fue popularizado en Norteamérica por Jack Halloran Singers en 1957. Quien lo iba a decir, y parecía tan nuestro.



Video: AFreshCarnation

La adoración de los pastores. Zurbarán

martes, 8 de diciembre de 2009

El "chichimoni" y la morra

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El pasado mes de septiembre los periódicos leoneses se hacían eco del torneo de "chichimoni" que se iba a celebrar en la Provincia. Según la noticia, el promotor del juego en España y de los campeonatos nacionales que se vienen realizando desde 1987, es un leonés descendiente de su "inventor", un pastor nacido en Bercianos del Real Camino (León) y que, según se cuenta, en el siglo XVIII y debido a las largas horas sin apenas entretenimiento que dedicaba al cuidado del rebaño, concibió o "inventó" el juego de las "chinas" (piedras), mas tarde denominado "chinos" o "chichimoni", como popularmente se le conoce por esta zona.

El proceso del juego es simple. Consiste en adivinar el número total de "chinas" que varios jugadores (mínimo dos) guardan en su mano. Es básicamente un juego de azar, pero no hay que menospreciar la picardía y la astucia que jugarán un papel importante para ganar, y que son utilizadas por los jugadores veteranos para "desplumar" al novato que abonará las sucesivas rondas de consumiciones, ya que, principalmente, es un juego de bar y taberna.

Básicamente el juego se desarrolla de la siguiente manera: cada jugador tiene tres piedras, monedas, etc.; con las manos a la espalda, se esconden en la mano derecha, o la que se determine, una, dos, tres o ninguna piedra, mostrando a continuación la mano cerrada que contiene la apuesta. Por turno, cada jugador señala una cifra, tratando de adivinar la suma total de piedras que contienen todas las manos, sin repetir ninguna cifra ya adjudicada a otro jugador. Al final de la cita de cifras, se abren las manos, se cuenta el total de las piedras y se determina que jugador ha acertado, pasando a continuación a una nueva ronda hasta que alguno de los jugadores alcance los puntos preestablecidos para ganar.

Pero este tipo de juego, consistente en adivinar un número como suma de objetos propuestos por uno, dos o más individuos, no es nuevo. Desde la antigüedad, existe el conocido juego de "la morra", que cambia el objeto por los propios dedos de la mano, por lo que los "chinos" o el "chichimoni" resulta, simplemente, una variante del ancestral juego.

Los romanos lo hicieron muy popular, extendiendo la práctica y afición al juego por todo el Imperio, dándole un magnífica denominación: "chispeo de dedos" (micare digitis), pero fue y es mundialmente conocido como juego de "la morra".

Como hemos señalado, Roma lo divulga, pero la primera referencia se remonta al antiguo Egipto, donde aparecen representados en el friso de dos tumbas de importante dignatarios egipcios, dos personajes jugando a la morra. En Grecia, aunque no existe testimonio escrito, si se muestra pintado en un par de vasos, en los que claramente se aprecian dos personajes enfrentados practicando el juego.

Se conocen antecedentes en lugares tan lejanos como China o las islas del Pacífico, pero es en Italia donde pervive con fuerza. En España, la influencia del juego se centra en las provincias catalanas y aragonesas, territorios de la antigua Corona de Aragón, que importó el juego a la Península gracias a su influencia y posesiones italianas durante la Edad Media.


- Paisaje con jugadores de morra. Pieter van Laer.
- Jugando a los "chinos". Fotografía de Carlos Roma.
- El juego de morra. Johann Liss.
- Tumba nº 15 de Beni-Hassan. Imperio Medio.
- Tumba Tebana nº 36, llamada Tumba de Aba. XXVI Dinastía.
- Jugadores de morra. Anónimo.
- Vaso griego. Museo de Munich.
- El juego de la morra en Roma. Bartolomeo Pirelli.