En primer lugar, se da conocer al pueblo de León
domingo, 19 de abril de 2009
Guerra de la Independencia. León y el 24 de abril.
En primer lugar, se da conocer al pueblo de León
viernes, 10 de abril de 2009
Gustavo Adolfo Bécquer y el Viernes Santo en León
Hace más de siglo y medio, Gustavo Adolfo Bécquer presenció en la mañana de un Viernes Santo en León la ceremonia de “El Encuentro”. Dentro de la humildad de aquellos cortejos procesionales del siglo XIX, el poeta sevillano debió sorprenderse por el fervor, la belleza y la tradición del acontecimiento, seguramente por considerarlo tan distinto a lo que él estaba acostumbrado a contemplar, sobre todo en la Semana Santa de su Sevilla natal.
La extraordinaria sensibilidad de Bécquer, le llevo a relatar y dejar escrito lo que observó y descubrió en aquella visita a León, en un año que no se ha podido determinar, y en la que palpó el ambiente festivo-religioso de una pequeña capital de provincia, que por aquél entonces y en plena decadencia urbanística y económica, no llegaría a 12.000 habitantes.
Sobre lo que presenció aquel Viernes Santo de mediados del siglo XIX en la ciudad de León, Gustavo Adolfo Bécquer dejó escrito lo siguiente:
“Sobre lo que se ha escrito acerca de las fiestas religiosas de estas y otras poblaciones frecuentemente visitadas por artistas y literatos, nos induce a buscar la novedad ocupándonos de otras procesiones que, como la del Viernes Santo, en León, son menos conocidas, a pesar de que por sus detalles y las originales escenas a que dan lugar merece que se haga de ellos, aunque no sea más que un ligero estudio”.
“Esta procesión, llamada vulgarmente “El Encuentro”, sale a las diez de la mañana del Viernes Santo y recorre casi todas las calles de la ciudad, acompañada de cofrades con hachas encendidas, cruces, estandartes y pendones. En esta forma sigue hasta llegar a
“En uno de los balcones del piso principal de la casa del Consistorio, y bajo dosel, se coloca un sacerdote, el cual, forzando la voz de modo que pueda hacerse oír de los fieles que ocupan el extenso ámbito de la plaza, comienza a trazar a grandes rasgos y en estilo tan dramático como original todas las escenas de
“Durante el sermón, el paso de Jesús Nazareno con la cruz a cuestas está al extremo de la plaza, a la derecha del predicador, y en un momento determinado los de San Juan y
“Cuando unos y otros se encuentran comienza lo más importante de la ceremonia. El predicador interroga a los sagrados personajes o habla con ellos; otras veces se dirige a la multitud, explica la escena que se representa ante sus ojos, y con sentidos apóstrofes y vehementes exclamaciones trata de conmoverla, despertando por medios de sus palabras, que ayudan a la comprensión y al efecto de las ceremonias, un recuerdo vivo del encuentro de Jesús con su Santa Madre en la calle de
Bécquer narra espléndidamente lo que todos los Viernes Santos se produce a primeras horas de la mañana en
Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer. Valeriano Bécquer
Fotografías: María Eden Fernández Suárez y www.turisleón.com
miércoles, 1 de abril de 2009
Piedad popular: las procesiones de Semana Santa
Dentro de unos días, se iniciarán en casi toda España los desfiles procesionales de Semana Santa. Esta arraigada tradición no tiene un punto de partida claro y definido, no comienza en un momento determinado. Las procesiones de Semana Santa, son el resultado de un proceso largo y cambiante a través del tiempo, influido en sus inicios por la tradición pagana, pero también por multitud de sucesos y vicisitudes históricas, como son las variables costumbres sociales, las ofensivas y movimientos heréticos, los dictámenes de los distintos concilios, las modas y hasta las terribles pandemias medievales, que modificaron las aptitudes y formas de la piedad popular.
Todas las culturas y religiones han tenido en las procesiones su manifestación de culto público, como conducto para exteriorizar la devoción y adoración hacia sus dioses, o para conmemorar las celebraciones y fiestas estacionales, tan unidas a su propia subsistencia. Los ancestrales cortejos, denominados “pompas”, exaltaban el fondo festivo y lúdico de las comitivas, en las que era habitual la presencia de carromatos o carrozas engalanadas, coros, músicos y danzantes.
Las procesiones cristianas, aunque parten de las tradiciones paganas, se remontan a los primeros siglos de nuestra Era. De una u otra manera, se realizarán desfiles de un lugar sagrado a otro, conducidos por el clero, con el fin de promover y suscitar la devoción de los fieles participantes y hacerles ver, mediante el rezo y canto en común, la igualdad de todos los hombres ante Dios.
La más antigua descripción de la fiesta anual cristina de
Este testimonio viene a confirmar que, aunque parece que las procesiones podrían tener su origen en Tierra Santa donde se conmemoraban los acontecimientos de
Este tipo de representaciones, posiblemente compuestas de dos tipos de actos: escenificaciones y procesiones, se realizaban durante el Jueves y Viernes Santo. Estos rituales, que ya tienen entidad al final de
A finales de
Sin embargo, la miseria que se extiende por toda Europa, el hambre y, sobre todo, la peste, trasforman las representaciones triunfales en otras donde se aprecia un Cristo esclavizado, resignado y torturado, que inspira un sentimiento dramático, incluso y en ocasiones, tétrico y macabro. La permanencia y extensión de la peste, origina procesiones de penitencia donde surgen los alumbrante, flagelantes o disciplinantes, que se trasladaban de pueblo a pueblo, portando estandartes e imágenes con escenas de
A su llegada a los pueblos, estos grupos realizaban representaciones sacras sobre escenas de
Nacen las extraordinarias escuelas de tallas religiosas en madera, que combinan dramatismo, dulzura y perfección anatómica. La imagen del Cristo humano, sumiso y atormentado, se arropa con toda una parafernalia barroca de objetos ostentosos: estandartes, indumentarias lujosas, luminarias, etc., pero manteniendo la representación de los diversos episodios de
Así surgen lo que se conoce como “pasos” escultóricos, escenas sobre
A finales del siglo XVIII, durante el periodo conocido como Ilustración, movimiento filosófico y cultural que subraya el predominio de la razón y que es seguido por la clase política del momento, pero también por la jerarquía eclesiástica, supuso que se consideraran las muestras religiosas de las procesiones, representaciones inaceptables por sus, a veces, muestras de heterodoxia religiosa, llegando a vetarse numerosas manifestaciones (disciplinantes, empalados, etc.), mientras otras, debido a los importantes procesos desamortizadores de mediados del siglo XIX, desaparecían como consecuencia de los graves problemas económicos originados.
Las tradicionales procesiones de Semana Santa pervivieron solamente y con muchas dificultades, en algunos puntos de León, Andalucía, Castilla y Murcia, pero a partir de la segunda mitad del siglo XIX, debido principalmente a una reactivación del comercio que provoca el auge de una clase burguesa tradicional y de la consolidación de una monarquía conservadora, se produce la revivificación de las celebraciones en algunas ciudades, sobre todo del sur, que abandonan muchos de los componentes medievales y, de alguna manera, reinventan o trasforman los significados y funciones tradicionales de
Actualmente, el atractivo tirón turístico de la festividad es extraordinario. Pero, a pesar del empuje que produce el interés y la visita de miles de foráneos, resulta difícil de explicar el espectacular incremento de la participación local, cuando el laicismo y la irreligiosidad imperan en la sociedad y está demostrada la inexistencia de un aumento en la práctica y fervor religioso.
Este auge en la participación de las celebraciones de
Esta reafirmación de un colectivo, está avalada y reforzada a través de una serie de sensaciones estéticas inigualables: música, arte, olores, flores, los propios pasos o tronos, su bella e irrepetible imaginería, sus tradiciones particulares, etc., que suponen verdaderos emblemas, auténticos referentes simbólicos para los grupos que se congregan o se identifican con parroquias, barrios o cofradías y que convierten los inigualables desfiles de Semana Santa, en una auténtica fiesta de la primavera.
Primavera. Lawrence Alma Tatema
Procesión del buey Apis. Frederick A. Bridgman
Flagelantes en procesión contra la peste en Doorjik. Crónica de Aeqidius
Procesión de los disciplinantes. Francisco de Goya
Martínez Montañés contemplando salida Nuestro Padre Jesús de
Beso de Judas. José Gutierrez Solana
Los Nazarenos. Joaquín Sorolla
Nuestro Padre Jesús Nazareno 1610-1630
Obra de Pedro de
Cofradía Dulce Nombre de Jesús Nazareno
Emblema de