Las distintas invasiones bárbaras, la práctica inexistencia de artistas cualificados y las conclusiones del Concilio de Elvira (Granada), celebrado a principios del s. IV, impidieron el desarrollo de la imaginería durante el primer milenio en territorio peninsular. Es a partir del segundo, cuando se inicia una profunda renovación y se produce un fuerte desarrollo de la iconografía.
La Catedral de León es considerada actualmente la mejor muestra en estatuaria del s. XIII de
Como hemos señalado, a la derecha de
La denominación de
San Francisco de Paula (1.416-1.507), influye poderosamente en la historia religiosa del Renacimiento, iniciado sus pasos en el convento franciscano de San Marcos Argentato, en Cosenza, y siguiendo e imitando a San Francisco de Asís en la libertad de espíritu y en su modo filial de vivir en manos de Dios. Con posterioridad, funda
En lo referente a nuestra Catedral, no se debe obviar que
En
DINTEL/TÍMPANO. Muerte y Exequias. Este episodio ocupa el dintel y el cuerpo inferior del tímpano. En el primero, se muestra el sarcófago decorado con motivos geométrico-florales, idénticos a los del parteluz de la puerta central, y flanqueado por dos ángeles ceroferarios que, con rodilla en tierra, adaptan su tamaño a la altura del sepulcro. Asimismo, y en los extremos, también adecuados al espacio existente, se encuentran otros dos ángeles de mayor tamaño y en aptitud de vuelo.
En el registro inferior del tímpano, sobre el dintel, se representa las Exequias y Entierro de
En la “Leyenda Dorada” se citan las palabras de San Epifanio, quien pone de manifiesto que María: “tenía catorce años cuando concibió en sus entrañas a su Hijo, y quince cuando lo alumbró; vivió con Él treinta y tres y sin Él otros veinticuatro más a partir de su Pasión y Muerte”. De acuerdo con este testimonio,
Asunto controvertido a lo largo de los siglos, ha sido la discusión sobre si realmente murió
"Creemos que murió sin dolor y de Amor” (San Alberto Magno). "Murió en el Amor, a causa del Amor y por Amor” (San Francisco de Sales).
Pero no hablamos de un amor profano; se trata del Amor Divino que, según Bossuet, obispo de Meaux, trae consigo un despojamiento y una inmensa soledad, que la naturaleza humana no es capaz de soportar; la propia destrucción y un aniquilamiento tan profundo, que todos los sentidos son suspendidos. El Mariólogo Garriguet, describe de esta bella manera
"María murió sin dolor, porque vivió sin placer; sin temor, porque vivió sin pecado; sin sentimiento, porque vivió sin apego terrenal. Su muerte fue semejante al declinar de una hermosa tarde, como un sueño dulce y apacible; era menos el fin de una vida que la aurora de una existencia mejor”.
En
trece: diez Apóstoles, San Pablo, el arcángel San Miguel y, en el centro, Cristo, que se distingue por su nimbo cruciforme. Ligeramente inclinado sobre el cuerpo de su Madre, la bendice mientras, con su brazo izquierdo, recoge el alma de
Juan, Obispo de Tesalónica, en su texto Apócrifo narra también el suceso: “Y he aquí que de repente se presenta el Señor sobre las nubes con una multitud de ángeles. Y Jesús en persona, acompañado de Miguel, entró en la cámara donde estaba María, mientras que los ángeles y los que por fuera rodeaban la estancia cantaban himnos. Y al entrar, encontró el Salvador a los Apóstoles en torno a María y saludó a todos. Después saludó a su Madre. María entonces abrió su boca y dio gracias con estas palabras: -Te bendigo porque no me has desairado en lo que se refiere a tu promesa. Pues diste palabra reiteradamente de no encargar a los ángeles que vinieran por mi alma, sino venir Tú (en persona) por ella- ... Y, al decir estas palabras, llenó su cometido, mientras su cuerpo sonreía al Señor. Mas Él tomó su alma y la puso en manos de Miguel”.
A la izquierda de Cristo, en el centro de la escena y mirando al espectador, hallamos al arcángel San Miguel como turiferario, pero también como psicopompo, ya que le será entregada el alma de María para su traslado al Cielo: “Mas Él tomó su alma y la puso en manos de Miguel, no sin antes haberla envuelto en unos como velos, cuyo resplandor es imposible describir”.
El resto de los personajes de este registro son once figuras que representan a los Apóstoles. Faltan Judas Iscariote y Tomás, no obstante, está entre ellos San Pablo, el llamado Apóstol de los gentiles que, aunque no estuvo entre los elegidos, su figura notable en la difusión de la fe es asimilada por
Se diferencian claramente tres grupos: los Apóstoles que se encuentran tras el cuerpo de María, representados en tres cuartos, y los que se hallan a uno y otro extremo del cadáver en bulto redondo. Estos ocho últimos, cuatro a cada lado, se distribuyen en cuatro parejas; las parejas de los extremos (1-2 y 10-11), alternan un personaje con barba y otro imberbe. Referente a las otras dos, en la pareja de la izquierda (3 y 4), uno de los Apóstoles (3) se inclina exageradamente sobre el libro que tiene abierto entre las manos; su frontero (9), en cambio, lo sostiene cerrado. Sus respectivas parejas (4 y 8), que sujetan el sudario, están más inclinadas, sobre todo la figura de la izquierda (4), recurso arcaico que emplea el artista para reflejar o mostrar el peso de María en el momento de ser introducida en el sarcófago.
La identificación resulta compleja al no haber elementos diferenciadores entre ellos, y el deterioro evidente debido al paso del tiempo. San Pedro (4) y San Pablo (8), son los únicos reconocibles ya que, según los Apócrifos, fueron los responsables de introducir el cuerpo en el sarcófago; San Pablo, debido a su físico característico muy difundido, barba y calvicie pronunciada, resulta fácilmente identificado (8).
Siguiendo los Apócrifos, Juan es el tercer Apóstol que protagoniza un hecho puntual en la narración de
En cuanto a los otros dos Apóstoles que aparecen sin barba, San Mateo ocuparía el lugar 10, portando libro abierto, como Evangelista, mostrando de esta manera la “palabra”, la sabiduría al exterior; el lugar 1, con su libro cerrado, se situaría San Felipe.
Las restantes individualizaciones son meras conjeturas. El espacio 9, por su parecido con Cristo, podría tratarse de Santiago el Menor; San Andrés, siempre personificado como hombre entrado en años, pudiera ser el que se encuentra en el lugar 7; Simón, ocuparía el último lugar de la derecha, el 11, no lleva nada en las manos y es el último de los elegidos, no conociéndosele hechos posteriores a la muerte de Cristo.
Los tres que restan, Santiago, Judas y Bartolomé, los situamos en los lugares 2, 3 y 5, respectivamente, si bien, el que se halla en el lugar 5, pudiera tratarse del Apóstol Santiago, situado de esta manera entre su hermano Juan y Pedro, formando así, el grupo de los que son conocidos como los “preferidos” y más cercanos a Cristo.
Puerta San Francisco Catedral de León. Colección fotográfica de Alfonso XIII.
San Francisco de Paula. Museo Catedralicio de León.
Catedral de León.
Fragmento dintel/tímpano Portada de San Francisco.
Virgen de
4 comentarios:
Una de las catedrales góticas españolas mas interesantes e importantes,un referente turístico por excelencia,una joya de la que nunca se sabemos suficiente,muy interesante completo y documentado articulo,
Un artículo impresionante, como siempre, que hace más cercana una parte de nuestra querida Catedral.
Es un privilegio para León que haya gente como tú que haga esta labor de divulgación tan necesaria y tan importante.
Un saludo.
La catedral de León es una de las mas bellas que hay en nuestro país y mira que hay bastantes.
Todas las estatuas y esculturas que se encuentran en las puertas de las catedrales eran verdaderos libros escritos en piedra que la gente antes sabía leer, hoy en día me temo que pocos podrían hacer una interpretación como la que tú nos haces en tu artículo muy bien explicado e ilustrado.
Un saludo
Sobre San Juan tienes razón. Creo que es en Chartres donde el santo tiene una postura idéntica.
Buena entrada. Saludos
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