En el verano del 2009 fueron retiradas de la Catedral de León las 23 tallas que ocupaban las jambas de la fachada principal u occidental, y que ilustraban y decoraban las tres portadas, bajo un pórtico sustentado con pilares. Estas tres puertas son conocidas como Puerta de San Juan (Bautista), que ocupa el vano izquierdo, en el centro la Puerta del Juicio Final y, a la derecha, la Puerta de San Francisco (de Paula) (Ver en www.fonsado.com).
Periódicamente y desde su retirada, han surgido multitud de noticias y declaraciones acerca de una definitiva solución sobre la rehabilitación de las tallas, que implique una efectiva restauración y su sustitución en el exterior por copias, a imitación de lo que se hizo a mediados del siglo pasado con la magnífica Virgen Blanca del parteluz, que se retiró al interior y se sustituyó por una excelente copia realizada por Andrés Seoane.
Estas 23 esculturas repartidas en las jambas de la fachada occidental comprenden un periodo de ejecución que alcanza desde 1280 las primeras, a 1458, fecha estimada de la realización de las últimas. Según la situación en la que se encontraban, de izquierda a derecha, son las siguientes:
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San Pedro, papa.
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San Juan Bautista.
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Rey David.
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Justicia.
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Rey David joven.
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San Andrés.
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Santiago el Menor.
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San Felipe.
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San Bartolomé.
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San Juan.
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Santiago el Mayor.
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San Pedro.
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San Pablo.
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Santo Tomás.
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San Judas Tadeo.
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San Mateo.
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Profeta Isaías.
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San Juan Bautista.
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Reina de Saba.
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Simeón.
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Sibila Eritrea.
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El Salvador
En un principio debió existir un proyecto iconográfico completo para las tres portadas, siempre a imitación de las fábricas francesas, muy anteriores a la leonesa. El problema económico constante y que, como vemos, aún se mantiene, debió ser la principal causa del caos en la ubicación de las tallas. Tan solo en la portada Juicio Final parece ser que pudo cumplirse el 90 % del conjunto escultórico previsto, destinado a la representación de los Apóstoles. Faltan las imágenes de dos de ellos, aunque se incluye a San Pablo.
El resto de los encargos para las otras dos portadas, debió de sufrir múltiples avatares a través del tiempo, dando lugar a cambios importantes en los artistas, a demoras considerables entre encargo y creación, a una ubicación inadecuada respecto del plan inicial pero, sobre todo, a la no culminación del proyecto originario dejándose de realizar varias figuras programadas, y dando lugar a espacios que se colmataron con obras tardías o a inconvenientes cambios de lugar, con objeto de tratar de salvar parcialmente la estética de las portadas.
Como ejemplo, destacar la “deforme” alegoría de la Justicia que se encontraba situada en la portada de San Juan. Su desproporcionado tamaño se explica, según Waldo Merino, porque posiblemente formaba parte de un conjunto para ser contemplado en altura que se encontraba sobre el Abditorio, lugar de reunión del tribunal eclesiástico, que se encontraba en las dependencias existentes en el lado sur de la fábrica y que enlazaban con el Palacio Episcopal. Era la estructura conocida como Puerta Obispo, demolida en 1910.
Como ejemplo, destacar la “deforme” alegoría de la Justicia que se encontraba situada en la portada de San Juan. Su desproporcionado tamaño se explica, según Waldo Merino, porque posiblemente formaba parte de un conjunto para ser contemplado en altura que se encontraba sobre el Abditorio, lugar de reunión del tribunal eclesiástico, que se encontraba en las dependencias existentes en el lado sur de la fábrica y que enlazaban con el Palacio Episcopal. Era la estructura conocida como Puerta Obispo, demolida en 1910.
Una vez apeadas las 23 tallas de su emplazamiento, tres de ellas, entre las que se encuentra la Sibila Eritrea (Ver en www.fonsado.com), se ubicaron bajo la torre Norte, en la Capilla de San Juan de Regla. El resto se instalaron en el claustro catedralicio, donde aún siguen.
Esta situación no presenta una solución a corto plazo. El Ayuntamiento ha ofrecido recientemente la colaboración de los artesanos de la Escuela Taller, para la realización de las réplicas de las tallas. Sin embargo, parece ser que la localización y coste de la piedra adecuada, resulta, de momento, un verdadero problema. En el caso de que se solucionase el problema en lo que queda de este año, el responsable del Cabildo estima un plazo de ejecución de tres meses por copia, es decir, en el mejor de los supuestos, la portada occidental de la Catedral de León no volverá a tener el conjunto total de sus tallas hasta dentro de seis años.
Como hemos señalado, fue el proyecto iconográfico del apostolado el que quedó mejor resuelto. Las figuras de los Apóstoles ocupaban las jambas de la portada central y parte del espacio entre las puertas: siete a la izquierda y cuatro a la derecha.
Los Apóstoles, los enviados, son los encargados de difundir las enseñanzas de Cristo (“Y envióles a predicar el reino de Dios, …” -Lc. 9, 2- ), pero también son los destinados a estar presentes como mentores en el Juicio, y este es el fundamento de su presencia en las jambas de la portada central de la catedral leonesa, conocida como portada del Juicio Final. Fueron doce los hombres que Cristo escogió para aprender sus enseñanzas y extenderlas por todos los lugares de la Tierra. No es un número al azar. Es un número perfecto que significa conquista, elección: doce son las tribus de Israel, los signos del zodiaco, los meses del año, doce los profetas del Antiguo Testamento; doce las puertas de la Jerusalén celeste, doce las legiones de ángeles y doce serán los hombres elegidos.
A los doce originales: Simón Pedro, su hermano Andrés, Santiago (Mayor) y Juan de Zebedeo, también hermanos, Felipe de Betsaida, Bartolomé de Caná, Mateo el publicano, Tomás, Santiago el de Alfeo (Menor), Simón el Zelote, Judas Tadeo y Judas Iscariote, se les asocia Pablo, considerado el Apóstol de los gentiles, y, más tarde, Matías que sustituirá al traidor Judas Iscariote.
Entre los emplazamientos dispuestos para los Apóstoles en la portada central y los espacios entre las portadas, existían dos localizaciones sin tallas, posiblemente destinadas a Simón el Zelote y Matías, como luego veremos. San Pablo se incluye entre los representados, siendo en total once figuras las que se encontraban en las jambas. Todos llevan los pies desnudos, simbolismo de un fuerte concepto religioso, y todos visten túnica y manto.
Salvo tres, Juan, Mateo y Felipe, los demás son representados con barba, el resto se muestran con abundante melena ondulada. Destacar sobre su ubicación, que alternan su giro de cabeza; es decir, estaban colocados de manera que si uno mira a la derecha, el siguiente mira a la izquierda, el siguiente a la derecha, etc.
En cuanto al libro o filacteria que portan la mayoría de ellos, su posesión representa, alegóricamente, la ciencia y la sabiduría de las que son dueños. El discurso, la palabra oral, no tiene el valor de la palabra escrita. En la antigüedad, los textos, los libros, eran considerados sagrados, simbolizando la palabra de Dios, y mientras el libro abierto evidencia un contenido elaborado y revelado, abierto al mundo, el libro cerrado es señal de sabiduría interior.
Teniendo como referencia la imagen de Cristo-Juez situado en el centro del tímpano de la Portada Central, y de derecha a izquierda, el primer apóstol es Simón Pedro. Lleva los pies desnudos, filacteria en la mano izquierda y dos llaves en la derecha, sobre el pecho, atributo que le caracteriza como el apóstol encargado de la puerta o entrada en el cielo (“… yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra …” -Mt. 16,18- ). La posesión de las llaves del “cielo” no es exclusiva de Pedro. En la mitología romana el dios Jano es el encargado de las puertas del Olimpo y poseedor de las llaves que permiten traspasarlas. Aquellas puertas guardaban el tiempo, eran las puertas de la temporalidad, por eso le fue consagrado el primer mes del año (“Ianuarius” = enero).
Pedro, hombre anciano, pero vigoroso, casi siempre es representado con facciones toscas que recuerdan su extracción humilde. Normalmente se muestra con barba corta y calva incipiente. No es este el caso de León, en donde el apóstol posee abundante barba y pelo rizado.
Pedro, hombre anciano, pero vigoroso, casi siempre es representado con facciones toscas que recuerdan su extracción humilde. Normalmente se muestra con barba corta y calva incipiente. No es este el caso de León, en donde el apóstol posee abundante barba y pelo rizado.
A su derecha, Santiago de Zebedeo, Santiago el Mayor, descalzo, representado como peregrino. La figura del Apóstol no se representa con la cruz abacial de doble travesaño, como primer arzobispo de España; ni con la espada envainada, en memoria de su martirio, como en Reims, Chartres y Amiens, o desnuda, como en Nôtre Dame de París. En León, Santiago es peregrino y cubre su cabeza con el sombrero de fieltro y ala ancha, adornado con venera, que era usado con habitualidad en el Medievo.
De aspecto amable y bondadoso, sostuvo en su mano derecha el bordón de romero, de peregrino, que el tiempo ha hecho desaparecer; de su hombro izquierdo cuelga un pequeño y típico zurrón, también con venera. Es, junto a la Virgen Blanca del parteluz, posiblemente la talla más significativa de la portada occidental de la Catedral de León, aunque desconocida para la mayoría.
Como ritual obligado a su largo tránsito y episodio final de la aventura, los peregrinos funden su mano en la piedra, entierran sus dedos en el parteluz del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, en el Árbol de Jesé, dejando allí parte de la esencia del viaje y recogiendo el testimonio de millones de caminantes que, en aquellos cinco huecos, han dejado desde antiguo un poco de su espíritu. Esto era posible hasta el año 2005, fecha en la que se prohibió por el supuesto deterioro de la columna.
Muchos kilómetros atrás, en la ciudad de León, los viajeros del Camino, en ceremonia semejante, aunque más sencilla y poco conocida, remedaban la misma escena en la Catedral, bajo la talla del apóstol Santiago, antes de su traslado al interior del templo.
Este discreto lugar, poco o nada frecuentado en estos últimos años, fue durante siglos punto de referencia de miles de peregrinos que en su camino se han acercado a la Catedral leonesa y han dejando su huella visible en el desgaste del pilar central que “sostenía” al Apóstol. Con el paso del tiempo, el delgado fuste se ha ido moldeando por las caricias de muchas manos y el roce piadoso de medallas, cruces u objetos queridos, que buscaban la energía, la tradición, el aliento del santo, el poder y la magia que emerge de nuestra Catedral o, tal vez, el vigor y el ánimo de viajeros anteriores.
El apóstol San Juan se encuentra al lado de Santiago. De aspecto joven, sostiene en sus manos un cilindro que no puede representar más que el caldero de aceite hirviendo al que fue arrojado y del que salió sano y salvo. San Juan, cuando se muestra como evangelista, es hombre anciano de larga barba. Sin embargo, la representación occidental de Juan, como apóstol, es de hombre joven, agraciado y algunas veces un poco afeminado, con pelo largo y rizado, nunca con barba. Esta última es la imagen que podemos ver en la Catedral.
A la derecha de Juan y entre las protadas se encontraba San Bartolomé. Tiene un libro cerrado en la mano izquierda y un cuchillo en la derecha, hoy desaparecido, del que se aprecia todavía el pomo. El cuchillo es su atributo característico, ya que fue desollado vivo y posteriormente decapitado. Louis Reau, historiador del arte francés, afirma sobre el martirio de Bartolomé, que, como ya existían muchos mártires entre los apóstoles que había sido decapitados, crucificados, apedreados, etc., se optó por contar un martirio menos común, e hicieron de Bartolomé el Marsias cristiano.
A su lado, con aspecto muy joven, San Felipe. Sonriente, con filacteria en la mano derecha y lanza, prácticamente desaparecida, en la izquierda. La lanza o pica, atributo inicial, con el tiempo se transformó en una pequeña cruz latina, símbolo asociado a su martirio, ya que fue crucificado bajo la persecución de Domiciano.
Felipe ya se encontraba entre los seguidores de Juan el Bautista cuando éste señaló por primera vez a Jesús como el Cordero de Dios. Al día siguiente de captar a Pedro y cuando estaba a punto de partir hacia Galilea, Jesús se encontró casualmente con Felipe y le llamó al apostolado únicamente diciendo: “Sígueme”.
A la derecha de Felipe está Santiago el Menor, con libro cerrado en la izquierda y un bastón en la derecha, utensilio que le identifica. Fue torturado hasta morir como consecuencia del apaleamiento que sufrió por un batanero que empleó el mazo que utilizaban estos artesanos para el acabado de los tejidos.
San Pablo denomina a Santiago hermano del señor (“Y no vi a ningún otro apóstol fuera de Santiago, el hermano del Señor” -Gál. 1-19-). Este es el origen de que muchos artistas representen a Santiago y a Jesús con facciones muy parecidas. Se ha interpretado que esta igualdad en los rasgos físicos entre ambos, es lo que originó la identificación mediante el episodio conocido como “beso de Judas” en el Huerto de los Olivos, con el fin de evitar un posible confusionismo en el momento del prendimiento.
Los artistas que trabajaron en la Catedral leonesa tuvieron en cuenta la tradición sobre el parecido Santiago y Jesús, y de todos los apóstoles que se muestran en la portada, si existe alguno que se parezca a las representaciones más comunes de Cristo, este es Santiago el Menor.
Los artistas que trabajaron en la Catedral leonesa tuvieron en cuenta la tradición sobre el parecido Santiago y Jesús, y de todos los apóstoles que se muestran en la portada, si existe alguno que se parezca a las representaciones más comunes de Cristo, este es Santiago el Menor.
A su lado estaba emplazado San Andrés, hermano de Pedro. Casi siempre se le personifica como hombre entrado en años, con pelo y barba blanca. Muestra libro cerrado en la izquierda y antorcha en la derecha, atributo éste que le identifica como protagonista del milagro en el que salva su vida apagando el fuego que había sido provocado en su casa. Bajo sus pies, parecen apreciarse también formas de llamas relacionadas con el mismo milagro. Desde finales de la Edad Media, toma relevancia la cruz en forma de X, o Cruz de San Andrés, como distintivo de su martirio y muerte.
Según la tradición, que no se apoya en ninguna fuente documental, San Andrés fue crucificado en Patrás (Grecia) en una cruz en forma de aspa y en la que estuvo padeciendo durante tres días. Este martirio quedará como la representación simbólica del sufrimiento y la humildad.
La Cruz de Borgoña o de San Andrés fue introducida en España por la “guardia borgoñona” que trajo Felipe I el Hermoso en 1506, al contraer matrimonio con la reina Juana I de Castilla. Era el signo de la casa de su madre, María de Borgoña, que venía usándose desde Juan “Sin Miedo”, duque de Borgoña de 1404 a 1419, que así lo había establecido al ser San Andrés el patrón del Ducado de Borgoña.
Este es el origen más conocido de la Cruz de Borgoña, tan presente en la monarquía y el ejército español, sobre todo como distintivo de los imbatibles Tercios y en la fuerza aérea. En España la Cruz de San Andrés ya se representaba en algunos estandartes doscientos años antes, tras la toma definitiva de Baeza por Fernando III el 30 de noviembre de 1227, día de San Andrés.
Este es el origen más conocido de la Cruz de Borgoña, tan presente en la monarquía y el ejército español, sobre todo como distintivo de los imbatibles Tercios y en la fuerza aérea. En España la Cruz de San Andrés ya se representaba en algunos estandartes doscientos años antes, tras la toma definitiva de Baeza por Fernando III el 30 de noviembre de 1227, día de San Andrés.
Al otro lado del parteluz, en el primer lugar, a la izquierda de Cristo Juez y La Virgen Blanca, se sitúa San Pablo que, como hemos citado, no figuró entre los doce elegidos, su figura relevante en la propagación de la fe, fue asimilada por la Iglesia a uno más de los apóstoles. El mismo se considera uno de ellos y así deja constancia en sus Epístolas (“… ¿No soy apóstol? … Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; pues vosotros sois, en el Señor, el sello de mi apostolado” - 1 Cor. 9, 1-).
En su mano izquierda sostiene el libro cerrado y en su derecha, por su factura, es previsible que mantuviera una espada, actualmente desaparecida, símbolo de su martirio y que se repite permanentemente en las representaciones medievales del apóstol. La figura leonesa, en comparación con el resto de apóstoles, resulta la menos afortunada en el aspecto físico: baja estatura, calvo y cuellicorto. La realidad no debió ser muy diferente. Se conoce que no era muy agraciado físicamente, ya que se habla de su nariz exagerada, calvicie pronunciada, baja estatura, figura desgarbada y carácter enfermizo.
A la izquierda de San Pablo se halla Tomás. Lleva en su mano derecha y apoyado sobre el pecho un libro de pequeño tamaño, además de una escuadra de constructor, hoy en parte destruida, uno de sus más usados atributos. Se atribuye a Tomás la evangelización de Oriente y tiene una gran importancia tanto en Siria como en la India. Cuenta la tradición que el rey indio Gundaforo, le encargó la construcción de un palacio. Para ello le entregó una importante suma de dinero que el apóstol repartió entre los necesitados, explicándole después al rey que el “palacio” estaba preparado para él en el Paraíso, y que sólo podría acceder a él una vez muerto. La ira del monarca hacia el apóstol fue apaciguada por el propio hermano rey que, milagrosamente resucitado, le indicó que Tomás tenía razón. Gundaforo perdonó a Tomás y se convirtió al cristianismo.
Los dos restantes apóstoles son los únicos que no muestran ningún distintivo sobre sus milagros, hechos o instrumentos relativos a su martirio. El primero, al lado de Santo Tomás, lleva en sus manos una filacteria o rollo, igual que Felipe y Pedro. Como ya hemos comentado, su posesión simboliza la sabiduría de la que son portadores. Podría tratarse de Matías, Simón el Zelote, Mateo el publicano o Judas Tadeo. Nos inclinamos por Judas Tadeo ya que en las catedrales francesas este apóstol, que juega un escaso papel en los Evangelios, se le representa con libro o tabla, en parte motivado por la epístola que escribió: “Epístola católica de San Judas”, en la que exhorta a la perseverancia en la fe, describiendo los horrendos castigos que les espera a los impíos.
El último apóstol, a la izquierda del que hemos considerado sea San Judas Tadeo, puede tratarse de Matías, Simón o Mateo. Tampoco es portador de ningún atributo identificativo de su martirio o de sus eventos, salvo un libro, en este caso abierto, que contrasta con los cerrados de todos los demás. Este hecho, puede señalar a San Mateo, autor del primer Evangelio, que muestra así al mundo la palabra de Dios. Ya hemos comentado que el significado del libro abierto, como oposición al cerrado, muestra, enseña la ciencia y el conocimiento al exterior. Su mano izquierda, cerrada, pudo llevar en su momento algún instrumento relacionado con su vida o martirio: hacha, cuchillo, hoz o una bolsa de monedas, ya que fue recaudador de impuestos antes de seguir a Cristo.
Los escultores y vidrieros de la Edad Media se inspiraron para representar a los Apóstoles en los hechos más o menos novelados que fueron narrados magníficamente en la Leyenda Dorada por Santiago de Vorágine y en la obra de Pseudo-Abdías. Los fieles no ignoraban el contenido de estas obras y los detalles de la vida y muerte de cada uno de los Apóstoles. Por eso necesitaban identificarlos con instrumentos, utensilios, etc. que formaran parte de su existencia dedicada, como herederos de la palabra, a difundir la doctrina de Cristo: “Id pues, y adoctrinad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todas cuantas cosas os ordené. Y sabed que estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos” (Mt 28. 16-20). Y así los representaron los artistas en la Catedral de León.
-Apóstoles. Izquierda Portada Central.
- Idem. Sin tallas.
- Andrés Seoane. Virgen Blanca.
- Claustro Catedral.
- Apóstoles. Derecha Portada Central.
- Idem. Sin tallas.
- 2009: retirada de imágenes.
- Última Cena. Panteón Real de San Isidoro. León.
- San Pedro.
- Enero. Calendario románico del Panteón Real San Isidoro.
- Santiago.
- Pórtico de la Gloria. Santiago de Compostela.
- León. Fuste de Santiago.
- San Juan.
- San Bartolomé.
- San Felipe.
- Santiago el Menor.
- San Andrés.
- Cruz de Borgoña o San Andrés.
- San Pablo.
- Santo Tomás.
- San Judas Tadeo.
- San Mateo.
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